martes, 27 de mayo de 2008

Funny animals




























Esos pequeños animalillos, humanizados y dotados de nuestras maravillosas cualidades. Llevan muchos, muchos años en la brecha, facilitando una curiosa transición a la hora de narrar en historietas lo que fuera o fuese. Siendo el mayor logro para MAUS, cómic biográfico de Art Spiegelman ganador de un premio Pulitzer. Cuando tenga más tiempo escribiremos una reseña en condiciones sobre uno de mis temas favoritos, de momento, esto y unos dibujos.

domingo, 25 de mayo de 2008

Hermanos de sangre


"Hermano" es adelphos, significando hermano de sangre, o perteneciente a la misma gente, o compatriota, o de las mismas creencias. Incluso hoy día, la palabra se usa con amplios significados, asi es como amigos, aliados, creyentes y ciudadanos pueden ser incluídos en la misma hermandad.


Si sustituimos la sangre por tinta y les damos un afilado lapiz o una plumilla acerada y defendemos nuestra pequeña parcela, un grupo de dibujantes se podrian denominar hermanos de sangre. Es una infección, una enfermedad que nos afecta de una forma intermitente a unos, eternamente a otros. Siempre me ha parecido curioso, la guerra encubierta entre los aficionados (cada vez menos), los dibujantes y cualquiera que participe de alguna forma en el circulo de la historieta, el quinto circulo del infierno?


Aún así, me gusta pensar que los dibujantes forman una especie de hermandad que lucha con denuedo por sobrevivir en un mundo gráfico cada vez más pequeño. Hermanos de sangre en una eterna lucha de desgaste. Parece mentira que este hablando de una forma de arte, que comenzó con el siglo pasado y parece que haya recorrido eones y no tan solo poco más de cien años. Es casi increible que comenzara su andadura junto al jazz y al cine y actualmente nadie lo diria. Aún así me gustará ver que ocurre en los años venideros, porque se que seguira aquí.

martes, 20 de mayo de 2008

Belleza

La belleza es un concepto / cualidad abstracta y subjetiva (lo que para unos es bello para otros puede no serlo) presente en la mente de los seres humanos que produce un placer intenso, y proviene de manifestaciones sensoriales o ideales. Podría definirse como:

El esplendor de la forma a través de la materia, las ideas o de las sensaciones
En su sentido más profundo, la belleza puede engendrar una experiencia emanada una reflexión positiva sobre el significado de la propia existencia de alguien. "Un objeto bello" es algo que revela el significado personal. Enseñanzas religiosas y morales a menudo enfocan la divinidad y la virtud de la belleza, y afirman la belleza natural como un aspecto de espiritualidad y verdad....
En la antigüedad clásica ya se encuentran datos más concluyentes acerca de la belleza, como estudios y reflexiones. Por aquel entonces la belleza constituía una cualidad que hacía que algo nos pareciese bello.

A esta cualidad se le llamó armonía. También aparecieron los primeros cánones de belleza que indicaban cuáles tenían que ser las proporciones idóneas para que un cuerpo se viese bello. En general, la belleza se percibía desde un punto de vista objetivo.





domingo, 18 de mayo de 2008

El dibujante renegado

EL PAIS Suplemento literario BABELIA
REPORTAJE: IDA Y VUELTA
Antonio Muñoz Molina 17/05/2008

Con qué rapidez la innovación se calcifica en ortodoxia; el estilo en parodia; la originalidad en manual de recetas. En los años cuarenta la pintura abstracta americana era una afirmación de libertad, un salto en el vacío: dos décadas más tarde era una convención universal, banalizada en despachos de bancos y murales de aeropuertos, sacralizada en los libros de Historia del Arte. El esplendor de lo nuevo se convierte insensiblemente en el tedio santificado de lo obligatorio. Por falta de inspiración o por complacencia en el halago o por simple rutina el artista se acomoda en los rasgos de su estilo y legitima con su firma imitaciones que no serán nunca descubiertas porque las ha fabricado él mismo. Qué pocos autores tienen el don de persistir con integridad en la exploración de lo casi invariable haciéndolo siempre gradualmente nuevo: pienso en Morandi, en Thelonious Monk, en Mondrian, en Mark Rothko, en Robert Frost. Otros parece que huyen, inquietos con lo que han logrado, inseguros del valor de lo ya hecho, especialmente lo que los demás celebran, impacientes por romper la baraja y comenzar de nuevo, por desorientar a los seguidores más fieles, de los que depende no sólo su buen nombre sino también muchas veces su forma de vida, porque son ellos los que compran los cuadros o los libros, los discos, las entradas de los conciertos. Gracias a una exposición de sus dibujos que hay ahora mismo en la Morgan Library puede descubrirse que el pintor Philip Guston fue uno de esos grandes fugitivos.
En 1966, a los 53 años, a Philip Guston le dedicaron una de esas exposiciones retrospectivas que tienen algo de canonización en vida

Tan sólo cuatro años después, de la noche a la mañana se convirtió en un apestado. El héroe era un traidor; el genio obstinado y solitario, un farsante
Los fieles son los guardianes de la ortodoxia, los que menos perdonan su ruptura; pueden sentirse en el derecho a excomulgar al fundador apóstata: a Stravinski o a Picasso, que después de trastornar para siempre la música y la pintura fingieron volverse neoclásicos; a Bob Dylan cuando introdujo en sus canciones el sonido de las guitarras eléctricas; a Philip Guston cuando después de una sólida carrera de pintor abstracto empezó a llenar sus lienzos y sus cuadernos de dibujo de figuras grotescas o joviales, de monigotes de cómic, de los objetos comunes tanto tiempo proscritos, zapatos, escaleras, árboles, libros, edificios, pilas rojas de cerezas, relojes, encapuchados, caricaturas políticas, sandwiches, botellas, platos humeantes de espaguetis. En 1966, a los cincuenta y tres años, a Guston le dedicaron en el Museo Judío de Nueva York una de esas exposiciones retrospectivas que tienen algo de canonización en vida, y que pueden ser tan letales como los honores oficiales hispánicos que le permiten a un escritor embalsamarse cada vez más hinchado en el licor oleoso y cabezón de su vanidad. A Guston aquel anticipo de la gloria le provocó el efecto contrario: cada vez se fiaba menos de lo que había estado haciendo hasta entonces; sentía la necesidad de limpiar la mesa de un manotazo; de olvidar lo que sabía; de quedarse a solas con los ojos muy abiertos delante de una hoja en blanco y de los objetos que rodeaban su vida y que durante muchos años no había querido pintar ni dibujar. Lo que quería ahora, dijo, era mirar como un hombre de las cavernas que por primera vez en el mundo dibuja un animal. Sobre una hoja de papel dibujaba con un solo trazo de tinta una línea curvada y diagonal que eran una ola rompiendo; una sola incisión de lápiz, casi en el centro de la hoja, en la parte superior, creaba en torno suyo la emoción del espacio, como un pequeño guijarro arrojado al agua. Qué ocurriría, escribió, si lo eliminaba todo excepto el sentimiento crudo y el pincel y la tinta, los medios más simples.

Lo que ocurrió fue que tan sólo cuatro años después, cuando mostró sus pinturas y dibujos recientes en la galería Marlborough, de la noche a la mañana se convirtió en un apestado. El héroe ahora era un traidor; el genio obstinado y solitario, un farsante vendido a la frivolidad comercial del arte pop. A los cincuenta y tres años pertenecía al panteón de la gran pintura americana, junto a los más grandes de todos, Pollock, Kline, Rothko: a los cincuenta y siete los críticos se cebaron en él con esa gallardía que algunos incorruptibles se reservan para humillar al débil y patear al caído. Sólo otro pintor se acercó públicamente a él para darle un abrazo y reconocerle el derecho soberano a pintar como le diera la gana: su amigo De Kooning, que había padecido años atrás iras semejantes de los entendidos, cuando en sus cuadros abstractos empezaron a insinuarse censurablemente caras y figuras de mujeres. A Guston la unanimidad de los elogios lo había inquietado: ante la saña del ataque se fortaleció su rebeldía. Se marchó un tiempo a Europa, a su querida Italia. Dejó Nueva York para instalarse en una granja en el campo, no lejos de la que ocupaba otro renegado, Philip Roth, quien asegura que compartía con Guston su devoción por la vulgaridad ofensiva, por la American Junk, que era el antídoto contra lo demasiado literario o lo demasiado artístico, lo domesticado, lo de antemano prestigioso.

Como un puritano que sucumbe jovialmente a la tentación, como el que se harta de comer y beber después de una dieta punitiva, Guston se resarció de veinte años de disciplina abstracta e imposible pureza celebrando las formas visibles, lo inmediato, lo transitorio, lo carnal. Las líneas dubitativas de sus primeros dibujos como hombres de las cavernas se complicaron sin perder su maestría para atrapar el deleite sensorial de las cosas y atreverse a la carcajada o al garabato del sarcasmo. Dibujaba lo que veía, lo que le gustaba, lo que le daba pánico, lo que despertaba su ira de antiguo radical de los años de la Depresión enfrentado ahora a la brutalidad de Vietnam y a la grosería del racismo, a los delirios torvos del presidente Nixon. No tenía mucho tiempo. Entre su excomunión y su muerte sólo le quedaron diez años.

En el sosiego de la Morgan Library puede verse ahora una parte del trabajo incesante al que dedicó Philip Guston el final de su vida, liberado de la gloria y de la respetabilidad, expulsado de los santorales de la vanguardia, obsesionado por las hojas de los calendarios y por los relojes que aparecían una y otra vez en sus dibujos, teñidos ahora por la influencia de Robert Crumb y de Krazy Kat, pero también dotados, cuando a él le daba la gana, de una maestría infalible como de caligrafías japonesas: líneas que forman el humo de un cigarrillo, una tela de araña, el entramado de negruras de un cenicero lleno de colillas, la opulencia de un racimo de cerezas o de un sandwich de pastrami con pan de centeno, la rotundidad de una bota que parece pintada para el escaparate de un zapatero remendón, la solidez de un libro leído muchas veces, el capuchón ominoso de un tarado del Ku Klux Klan. Cuando sintiera que iba a morirse, a los sesenta y siete años, Philip Guston pensaría con tristeza en todas las cosas vulgares que ya no volvería a ver, en las hojas que se quedarían en blanco en sus cuadernos de dibujo. -

La exposición Philip Guston. Works on paper está abierta en la Morgan Library de Nueva York hasta el 31 de agosto. http://www.morganlibrary.org/

viernes, 16 de mayo de 2008

Borrachera de tinta





Anoche, un ansia febril me ató a mi escritorio y aún me duele la mano de manejar el pincel entintando, mas bien manchando, ensuciando, unos dibujos sin terminar.
Se alzan las sombras para enseñarnos brillos oscuros.








jueves, 15 de mayo de 2008

El carbón de los sueños




FRANCISCO CALVO SERRALLER 10/05/2008

Robert Longo relaciona técnicas, estilos y mundos dispersos y contradictorios hasta convertir lo real en poesía del enigma. El artista neoyorquino expone en Madrid sus dibujos de niños dormidos, planetas y obras de arte en clave de violencia pura.



Por un lado, inmensas cabezas de niños dormidos de razas diversas, y, por otro, con un formato semejante, representaciones de satélites y planetas, como la Luna o Saturno, y de alguna nebulosa, todo ello dibujado al carboncillo sobre papel con una técnica de tan primoroso fotorrealismo que, en principio, se duda si lo visto es, en efecto, una fotografía retocada. Pero aún hay otro material convergente, aunque, en este caso, de dimensiones mucho más reducidas: sendas reproducciones, realizadas con carboncillo y grafito sobre papel de tres obras maestras: Saturno devorando a su hijo (1819), de Francisco de Goya; la Musa dormida I (1909-1911), de Constantin Brancusi, y One: Number 31 (1951), de Jackson Pollock. Por lo demás, hay que decirlo, el autor de este aparentemente heteróclito conjunto es el estadounidense Robert Longo (Nueva York, 1953), uno de los artistas americanos que se ha hecho notar, durante los últimos 25 años, en los foros internacionales de vanguardia, sean cuales sean las reservas y matices que se quieran adjuntar a estas plataformas promocionales en nuestro presente de la posmodernidad espectacular. En cualquier caso, la trayectoria de Longo ha girado sobre los estados extremos de energía descontrolada y descontroladora, al margen de cuál fuera su causa o medio de producción; en suma: sobre la violencia, que, en absoluto, podemos restringir a una perspectiva antropológica.
Pero, volviendo sobre el tema de la presente muestra, ¿qué relación tienen las imágenes de reposo ensimismado o de materia inerte con la energía desatada? Formando parte de un universo en expansión, cuyo primer origen atisbado fue una formidable explosión, no creo que haya hoy nadie que dude acerca de la naturaleza energética que configura el cosmos, incluso cuando, según y cómo, parezca transitoria y parcialmente estable o aquietado. En realidad, esto es algo que ha percibido el hombre desde siempre y así lo ha manifestado a través de los sucesivos medios que ha tenido a su alcance.

De todas formas, ¿qué tiene de magnética la imagen de una cabeza infantil dormida, en aparente quietud? ¿No será que, a través de ella, de esa plácida cáscara inmutada, adivinamos lo que rebulle en su interior, un hirviente magma orgánico, atizado, en no poca medida, por los chispazos eléctricos de un cerebro, a cuya actividad incontrolada llamamos sueño? ¿No será, aún más, la lírica relajación fisiognómica del infante en estado de reposo la cara oculta del violento potencial entrópico de todo ser orgánico en efervescente desarrollo? ¿No es, en fin, el inexpresivo rostro de un niño encalmado la replicación de la yerta faz exterior de un planeta, debajo de cuya corteza se está produciendo la más formidable ignición? ¿Por qué, si no, la inmemorial voluntad del sabio ha sido y es, en términos existenciales, construirse una coraza búdica respecto a su propio interior? No creo, sin embargo, que haga falta seguir encadenando preguntas que, a la postre, no hacen sino revelar cómo todo está en todo en dinámica interdependencia. De manera que, si nos preguntamos el porqué del fascinante magnetismo de la imagen de un niño dormido, la respuesta es porque allí está todo en estado virginal: o sea: en clave de violencia pura.


Hastiados del racionalismo instrumental contemporáneo, los surrealistas consideraron que los héroes del arte debían ser los niños, los locos y los dormidos, no tan acosados por las fuerzas domesticadoras de una endurecida realidad que no puede ser sino excretada cáscara de contención. Significativamente, tales son los tres ases artísticos o exvotos con que Robert Longo ha armado formal y simbólicamente su exposición: un caníbal devorador de su propia carne y una deyección galáctica de materia bruta, flanqueando ambos una cabeza durmiente con manifiesta forma ovoide. Es verdad que, entre estos iconos de Goya, Pollock y Brancusi, también podría estar el caparazón de nuestro planeta tal y como lo pintó El Bosco en la grisácea tapadera que cubre el Tríptico de las delicias (1503-1504), en cuyo interior descubrimos un cielo, una tierra y un infierno en pareja agitación, pero ¿acaso no está toda la muestra de Longo plagada de huevos con yema, de cascarones ardientes, en alternante estado de explosión o de implosión?


Lo que, por tanto, nos quiere transmitir Longo es el latido cósmico de lo íntimo, cada una de cuyas ínfimas partículas replica el universo. Admirablemente lo hace encima con carboncillo, que es en sí mismo atomizado polvo, que él logra convertir en esmiralada forma. Esta paciente y virtuosa labor se focaliza icónicamente en sus extremos, espacial y temporalmente, opuestos, para que la conjunción visual de los mismos nos produzca una iluminadora descarga. En este purulento dripping de carbonilla, un Pollock se convierte en un Brancusi, tal y como sólo se le puede ocurrir a un Goya, ese heraldo máximo de la melancolía, porque, al fin y al cabo, pase lo que pase, esa nimiedad es la destilación humana frente al terrorífico silencio de las estrellas.

Siempre me ha gustado Robert Longo porque tengo debilidad por los artistas fronterizos, de naturaleza mestiza. Aquí, por ejemplo, hace fotos con la técnica de un monje iluminador o, si se quiere, pop como un amanuense. Pone en relación técnicas, estilos y mundos contradictorios, buscando siempre el precipitado alquímico inesperado. Me han interesado sus cuerpos contorsionados por la violencia interior y exterior: imágenes hiperrealistas de cuerpos que se convulsionan como el cuerpo de un expresionista abstracto al pintar. Su fulgurante capacidad para interconectar lo más disperso. Su manera para atravesar superficies y obligarlas a mostrar sus dos caras, que es lo mismo que descarar lo real...


Ya sé que muchas de estas actitudes son hoy caracterizadas como típicas del artista posmoderno, un eufemismo que no hace sino señalar que la modernidad se ha convertido en una consolidada tradición. Pero los artistas siempre se han tenido que perfilar frente a una época, que no es, a su vez, sino la última capa o cara del pasado. Lo que importa, ayer y hoy, es, digámoslo así, su radioactividad poética, que es tanto más potente por buscar lo inesperado a través de lo inesperado. Por ejemplo: la inmensidad a través de lo íntimo; la violencia a través de la quietud; la infancia a través de la noche de los tiempos; el interior a través del exterior; la instantánea a través de la paciencia; la realidad a través de la abstracción; la poesía a través de la prosa; la iluminación a través de la oscuridad; la refulgente belleza a través del carbón...

Robert Longo. Intimate Inmensity. Galería Soledad Lorenzo. Orfila, 5. Madrid. Hasta el 7 de junio.

El Pais

Los lápices se afilan de nuevo

Dibujo de Juan Francisco Casas con boli Bic










Las galerías de Swab, feria barcelonesa de arte, se vuelcan con el dibujo
MARÍA OVELAR - Madrid - 15/05/2008

"Dibujo desde niña. No recuerdo cuándo cogí el lápiz por primera vez, pero siempre que pienso en mi infancia, me veo garabateando". La canadiense Erica Eyres, de 28 años, está de moda. Como el dibujo, la disciplina en la que destaca. Junto a ella, una nueva oleada de ilustradores demuestra que el dibujo se lleva.
Dicen que la ocasión la pintan calva, pero en este caso más bien la dibujan. "No me compensa comprar y vender piezas caras como vídeos, esculturas o lienzos en ferias europeas", opina Leo Koenig, responsable de la galería neoyorquina Leo Koenig INC, una de las mejores del mundo según el diario The New York Times. La razón: la debilidad del dólar frente al euro. "A los galeristas estadounidenses nos sale más rentable vender dibujos en Europa".
Y de este lado del Atlántico, la canadiense Erica Eyres, afincada en Glasgow, aprovecha el filón. Sus inquietantes retratos a tinta o a lápiz se imponen. "Grabo vídeos, pero los dibujos se venden mejor", apunta. Sus creaciones se exhibirán en la segunda edición de la feria internacional de arte Swab. El evento se celebra en las Reales Atarazanas entre hoy y el 18 de mayo.
La apuesta de sus organizadores, Joaquín Díez-Gascón y su hija Marina es clara: "Cerca del 40% de la obra exhibida serán dibujos. Dos galerías, Fette's de Los Ángeles y Fruehsorge de Berlín, sólo traen acuarelas, dibujos o grabados", detalla Joaquín Díez-Gascón. Según este responsable, el regreso del lápiz ha sido escalonado.
Antes de éste, ya se vivió un revival de la pintura. El regreso viene avalado por ferias de arte como la londinense Frieze, que en 2005 inundó el Regent's Park, donde se celebra cada año, de óleos. Un renacimiento reflejado por el reconocido galerista británico Saatchi en la muestra El triunfo de la pintura. Swab demostró la buena salud del lienzo en la pasada edición. Ahora se llena de gouaches, acuarelas y dibujos. Le Salon de Dessin de Paris (el Salón de Dibujo de París), celebrado hace un mes en la capital francesa, recogió también la tendencia. Marina Díez-Gascón, de 29 años, comparte la teoría de su padre pero matiza: "Muchos creadores empiezan con el boli o el lápiz porque son más baratos". La tendencia del biro-art, o arte con bolígrafo arrasa en Internet a través de páginas como Biro-art.com donde el inglés Phillip Blackman vende sus obras. Una corriente desenfadada que reflejan artistas como Juan Francisco Casas, un dibujante sevillano que renueva el género con sus retratos con tinta de bolis Bic. Y de la que se hacen eco galerías como la londinense Fred, donde se exhiben las obras de Rebecca Chamberlain.




Dibujo a bolígrafo Twins, de Erica Eyres

El dibujo como eje de composición y pensamiento


Tres exposiciones de pintura, fotografía y fotomontaje se muestran en el Museo Valencià de la Illustració i de la Modernitat
EFE - Valencia - 15/05/2008

El dibujo como eje de la composición y también del pensamiento desde una perspectiva Iberoamericana es el tema central de tres exposiciones de pintura, fotografía y fotomontaje que hoy se han inaugurado en el Museo Valencià de la Illustració i de la Modernitat de Valencia.
El MUVIM presenta las muestras Forma, línea, gesto, escritura. Aspectos del dibujo en América del Sur; Iconografía moderna 1980-1985. Fotomontajes de America Sánchez y Joaquín Torres-García. Una vida en papel, con un mismo hilo conductor: el dibujo.
El diputado de Cultura de la Diputación de Valencia, Salvador Enguix en la presentación de las tres nuevas exposiciones ha destacado la relevancia del dibujo.
Marianne Manley, comisaria de Joaquín Torres-Garcia, ha destacado que "de las diferentes etapas del artista, la primera es la menos conocida, ya que nunca ha sido exhibida y, sin embargo, recibe la influencia de artistas reconocidos como Toulouse- Lautrec". Su muestra consta de 90 dibujos de los más de 5.000 dibujos que abarca su obra completa.
No es sin motivo que Torres-García sea una de las grandes figuras del arte del siglo XX, además de ser el pintor que formuló y planteó la necesaria relación entre el arte moderno de Europa y el de América del Sur, subrayando las semejanzas y los aspectos diferenciales.
La última exposición presentada en esta rueda de prensa ha sido Iconografía moderna 1980-1985. Fotomontajes de América Sánchez. Se ha contado con la presencia del propio artista, America Sánchez como comisario de una muestra en la que, tal y como ha calificado Román de la Calle, "el dibujo se inclina hacia la fotografía a través de las tijeras, ya que juega con el corte como dibujo".

Introducción

El mundo del Arte siempre me ha parecido un Olimpo dedicado al dinero. Se mueven, aparentemente con indiferencia, toda clase de elementos, de valoraciones, de pinturas, en general. Por eso, hoy, al leer en el periodico El Pais, en su edición digital tres articulos relacionados con el dibujo (que aunque cueste creerlo, ahora parece estar mejor visto) no he podido resistirme a cortar y copiar los susodichos articulos. ¿Se nota mucho que me encanta el dibujo?

martes, 13 de mayo de 2008

Reunion fanzinera




Mañana hay reunión del Ojo para preparar uno de esos pequeños entretenimientos dibujeros, los fanzines. Como han cambiado las cosas, es asombrosa la cantidad de material que circula por la red con las mismas premisas que el antiguo fanzine: fotocopiado, mal montado y grapado por cuatro amigos. Los amigos no han cambiado, tan solo el formato. Pero nosotros, ateniendonos al clasicismo formal, (estamos haciendo un comic del pasado!?) mantendremos formatos, estilos y materiales.
Ya veremos a ver que sale. Tan solo es una pequeña pausa para el proyecto del Ojo.

domingo, 11 de mayo de 2008

SEGUNDO ASALTO






















































Ahora le toca el turno a Venantius. Comienza una semana de trabajo infernal y tengo las dos impresoras muertas. Ya apañaremos algo. Mañana otra cosa. Seguro.
























DIAS EXTRAÑOS

Aunque este blog nació con la intención de relatar la creación de una historieta, unida al grupo que formamos, este grupo también tiene otros objetivos, y tambien descansamos y nos tomamos las cosas con tranquilidad. Aqui, unas muestras de páginas. Más adelante otras cosas. Ya explicaremos de que va todo esto. Estamos en la brecha.