martes, 15 de noviembre de 2011

Pintar es vivir


Detalle de Sevilla. El baile, uno de los paneles de Visión de España.


La exposición en Sevilla de los 14 murales de la serie Visión de España que pintó Joaquin Sorolla para la Hispanic Society de Nueva York coincide con la aparición del amplio epistolario del pintor.

Montaje de la pintura Ayamonte. La pesca del atún en el Mueso de Bellas Artes de Sevilla. Foto: Pérez Cabo


Por Facundo Tomás y Felipe Garín
En un artículo (`Nietos Velázquez, hijo de Goya') publicado por el diario La Nación de Buenos Aires en 1907, Vicente Blasco Ibáñez definió de la siguiente manera a Joaquin Sorolla: "Para el la pintura es lo unico serio que existe en el mundo. Lo demás son cosas que indudablemente tienen cierto interés, pero que no le interesan gran co­sa. Para él se divide la humanidad en pinto­res y no pintores, y el inmenso número de éstos fue creado por Dios para servir de modelo a los otros. (...) La pintura absorbe su existencia. Si no pintase querría morir. Ocupado en su arte, ha pasado por la vida, y pasa hoy en plena gloria, sin querer ente­rarse de que en el mundo hay otras cosas. (...) 'He pintado'. Ésta es toda la vida del insigne artista. Fuera de esto su existencia es tranquila, laboriosa, igual, sin emocio­nes, sin apasionamientos, como lo fue la de don Diego Velázquez de Silva, y como lo fue la de los frailes pintores que, vecinos al Renacimiento, trabajaban en sus monas­terios, en la santa calma de un fervor artís­tico superior aún a su fervor religioso".
El mismo Sorolla asumió como propias las palabras que le había dirigido su amigo escritor y, en algunas entrevistas, repitió que su vida se reducía al "he pintado". Sin embargo, hizo también otra cosa: escribir sin descanso, cada día, principalmente a su mujer y a su buen amigo Pedro Gil Moreno de Mora, pero también a otros amigos pin­tores, de manera que su epistolario es de los más copiosos de la historia del arte. Por distintas razones, la mayoría de sus cartas no habían estado disponibles para el públi­co ni para los investigadores: algunas de las colecciones extraviadas, las cartas a su es­posa atadas por una disposición testamen­taria... Bernardino de Pantorba incluyó en su biografía del pintor (1953) ciertos frag­mentos, y Blanca Pons-Sorolla, muchos más en su amplio estudio sobre la vida y la obra del artista (2001); también Isabel Justo había publicado en un catálogo las cartas a la familia del discípulo de Sorolla Salvador Tuset (2006), pero poco más.
Ahora la editorial Anthropos,  en colaboración y a impulsos de la Conselleria la Cultura de la Generalitat Valenciana, ha empren­dido la publicación de los más importantes epistolarios de Joaquín Sorolla. El primero de ellos tiene su origen en la adquisición por el Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana de la colección de las cartas de Sorolla a su amigo Pedro Gil Moreno de Mora; completadas por las respuestas de éste, que pertenecen al Museo Sorolla, han sido editadas por un equipo de trabajo for­mado por los autores de este artículo junto Isabel Justo y Sofía Barrón (2007). 
Los dos amigos se conocieron en Roma en 1886. Pedro era un rico propietario que también amaba la pintura; se ocupaba de sus negocios y dedicaba el tiempo libre a la práctica del arte. Podría pensarse que, en sus comienzos, fue para Sorolla una "amis­tad relativamente interesada" si no fuera porque, cuando al pintor le fueron mucho mejor las cosas y se estableció su gran fama internacional, siguió tratando en los mismos términos al viejo amigo y haciéndole cuantos servicios el otro le solicitaba. Sólo en términos de broma amistosa le pudo de­cir Pedro Gil en una carta del 30 de septiem­bre de 1909, cuando Sorolla acababa de te­ner su mayor éxito en Nueva York: "... aho­ra que eres un ricachón te olvidas del pobre agricultor que está luchando en su monta­ña de Cataluña, no para ganar su vida pero para reformar muchos abusos introducidos en su finca...". Amistad limpia entre am­bos, pues. Llena de favores a Sorolla (sobre todo económicos, pero también de influen­cias) por parte de Pedro Gil en una primera etapa, y de favores a Pedro Gil (sobre todo de influencias políticas) por parte de Sorolla en la segunda fase de sus relaciones.
Un buen número de aclaraciones han aparecido al poder leer estas cartas: cua­dros de los que se descubre que tenían di­mensiones mayores y fueron cortados por el artista o por su amigo (Trata de blancas), lienzos que deben fecharse varios años des­pués de lo que se creía (Yo soy el pan de la vida), o saber de su comienzo muy anterior al pensado (Aún dicen que el pescado es caro!), obras maestras que obtuvieron galar­dones internacionales que no eran del todo conocidos (Cosiendo la vela), precios me­ticulosamente expresados de sus ventas, contratos o encargos con marchantes o ga­leristas y hasta unas disposiciones testa­mentarias dirigidas a su amigo antes de regresar en barco desde Estados Unidos en 1909... Probablemente la aventura de pin­tar tuvo para Joaquín Sorolla un obstáculo grande, la necesidad de éxito público, la obligación de lidiar con las instituciones y de obtener los medios que le permitieran ejercer su profesión y vivir de ella; así, quizá sea una de las frases más importantes de las cartas ésa en la que decía: "Tengo verda­dera necesidad de abrirme camino y no quiero desperdiciar ocasión"; en efecto, las cartas son un testigo fehaciente de la volun­tad de éxito del pintor, de cómo los triunfos, además de alimentar y dejar cierta fortuna a su familia, le consentían seguir pintando y reafirmaban su confianza en la linea de trabajo emprendida. De la misma manera, su rechazo a determinado tipo de soluciones queda completamente claro: el pintor ha­cía lo que le gustaba y se negaba a seguir caminos que no correspondían con sus cri­terios. En una de las cartas aparece una de las frases más afortunadas que Sorolla escri­bió nunca; le decía a su amigo Pedro Gil: "Los duelos, con sol, son menos"; en esas breves palabras estaba encerrada toda su concepción erótica de la existencia, la afir­mación de la "España blanca", de la pintu­ra como alegría de vivir y la búsqueda de la felicidad a través del rechazo de la muerte; si era evidente para cualquiera que Tánatos constituía la conciencia racional del fin, el arte aparecía para negarlo y afirmar a Eros, la mirada a la vida debía ejercerse recolo­cando la muerte y la desgracia en el lugar más secundario posible.
Pero si la correspondencia con Gil More­no de Mora es importante, quizá la princi­pal sea el casi constante intercambio de cartas con su mujer, Clotilde García del Cas­tillo. Ése ha sido el motivo del segundo de los tomos de los epistolarios. Su aparición se ha hecho coincidir con la inauguración de la magna exposición de Sorolla, Visión de España, actualmente abierta en el Mu­seo de Bellas Artes de Sevilla y anteriormen­te durante cinco meses en la Fundación Bancaja de Valencia; en la capital andaluza va a convenirse en la muestra más visitada de la historia de España: 452.000 visitantes en Valencia, mientras que en Sevilla se es­peran al menos 150.000; después se despla­zará a Málaga, Bilbao, Barcelona y Madrid. En paralelo, pues, con esa exposición de La visión de España de Joaquín Sorolla, edita­do por el nieto de Sorolla Víctor Lorente, su biznieta Blanca Pons-Sorolla y Marina Mo­ya, se ha publicado el tomo de la correspon­dencia con su esposa durante los años en que el pintor viajaba a lo largo de España para pintar la serie de Nueva York. Está ya en preparación el tercero de los tomos, con­sistente en el resto de la correspondencia con su mujer, editado también por Blanca Pons-Sorolla y Víctor Lorente; el conjunto de los epistolarios ha sido coordinado edito­rialmente por Isabel Justo. Constituyen un instrumento de primer orden para el cono­cimiento del artista, tanto de su vida íntima como de sus criterios sobre pintura. •

Epistolarios de Joaquín Sorolla. Tomo I: Corres­pondencia con Pedro Gil Moreno de Mora. Tomo II: Correspondencia con Clotilde García del Castillo. An­thropos: Barcelona, 2008. 397 y 459 páginas. 24 y 25 euros.

Facundo Tomás y Felipe Garín son catedráticos de historia del arte y comisarios de la exposición Sorolla. Visión de España.


 Andalucía. El encierro (del 6 de noviembre al 14 de diciembre de 1914)

 Castilla. La fiesta del pan (febrero-diciembre 1913)

Extremadura. El mercado (1917)

 De derecha a izquierda: Guipúzcoa. Los bolos (septiembre, 1914). Elche. El palmeral (1919). Fragmento de Sevilla. El baile(1915)



 Querida Clotilde...

Los viajes de Joaquin Sorolla a lo largo de ocho años por toda España en busca de los personajes y motivos para los cuadros de Visión de España tuvieron cada dia un reposo mientras el pintor escribía a su mujer. Una selección de esas cartas de idea de la pasión por su arte y las dificultades para llevar a cabo la que él consideró la obra de su vida.

 Joaquin Sorolla pintando al aire libre Tipos sorianos. Foto: Archivo fotográfico del Museo Sorolla.

Villar de los Álamos, 6 de junio de 1912


QUERIDA CLOTILDE:
Recibí las dos tuyas y leí con el gusto consi­guiente que todos estáis buenos. Hoy empe­cé a pintar y el agua y el nublado me obligan a no trabajar con gran sentimiento, y por lo mismo debo (quién sabe) si perder el día de Corpus.
Esta mañana fuimos todos a misa, por ser costumbre en esta casa, cuya señora con su hija, entre bromas y veras, nos indicó que se decía todas las fiestas.
La vida en esta casa es igual, monótona pero tranquila. Ayer después de almorzar entre dos y 4, fuimos a ver torear unos bece­rros, pues tienen toros bravos y uno de los hijos es muy aficionado; Domínguez fue el héroe de la tarde, Pepito y Carreras se abstu­vieron e hicieron bien. La faena de encerrar los toros me interesó muchísimo y me sirve admirablemente para mi decoración, así co­mo otras cosas que he visto en el campo. Estas grandes dehesas tienen mucho de inte­resantes por tanto como concurren, hay grandes ganados de ovejas y ahora están en el momento del esquileo, faena muy pinto­resca, hecha por aldeanos portugueses. Ese ir y venir de pastores con sus ganados, esos enormes perros de campo. Los cientos de pollos y pavos, dan durante el día anima­ción alegre... pero cuando cae la tarde en­tonces nos refugiamos, o en la cocina donde arde hermosa lumbre, o vamos al salón don­de la hija de esta casa toca el piano.
Así transcurre la velada hasta la hora de comer que suele ser las de las diez, un poco de sobremesa y a las 111/2, a dormir. ¡Te chocará el que coma tan tarde! Pues esto es debido a que hay costumbre de tomar cho­colate a las 7 de la tarde. Si estuvieras con nosotros te gustaría beber la leche (que yo no pruebo) pero que dicen es riquísima.
Archer está en Biarritz, le he mandado una postal que no ha contestado, lo sien­to, pues no vuelvo a coger la pluma más, hasta que él lo haga. Sí empecé un estudio a caballo, es decir un trozo de caballo —es hermoso— esto es lo que no he podido seguir esta mañana. Por la tarde pinto unos charros y- charras, el traje es bonito pero es muy barroco. Luego como te dije voy a la sierra, donde creo que se está malísimamente como limpieza y comida, pero según me dicen es lo más hermoso como trajes y tipos, —y habrá que aguan­tar todo, ya que estoy en esta—. Esto es todo hasta este momento. Muchos besos a María y Helena y tú recíbelos en la boca, de tu Joaquín.


La Alberca, 11 de junio de 1912



MI QUERIDÍSIMA CLOTILDE:
Creyendo que el correo saldría enseguida te puse dos líneas, pero desgraciadamente no sale hasta mañana.
El choque que produce en mi ánimo la carencia de toda civilización moderna no es para mi pluma, entre ésta o lo pintoresco, prefiero que todo sea borrado y quemado; no compensa el traje, la calleja, el tipo más o menos pictórico, a la ansiedad de todo cuan­to uno quiere en este mundo. Tres días son necesarios para que llegue un carta mía a tu poder y seis para contestar... todo esto esta­ría, si hubiera civilización, ¡¡resuelto en unas 8 horas de tren!! ¡¡Pero Señor si no hay ni caminos, y es un pueblo de cerca de 3.000 almas!!
Había decidido salir y dar por terminada esta excursión, sin haber pintado los tipos de la sierra, había encargado las caballerías, pero el ayuntamiento, los curas, los médi­cos, en fin todo lo que tiene cierto viso, inva­dieron la casa oponiéndose resueltamente, pues ellos tenían la seguridad, que dado el estado de los caminos, era seguro que ten­dríamos una desgracia, tanto suplicaron y rogaron, que he decidido pintar, estoy 4 ó 5 días dentro de una habitación, los tipos que necesito y salir después.
¡¡Dichoso encargo de Archer!!
No puedes formarte idea de lo triste que resulta esto lloviendo, silencioso sin más mi­do que el agua que durante toda la noche y hasta ahora, 1 de la tarde, no cesa; recluido en una habitación, con las vistas de una pa­red a metro y medio de distancia, pues todas las calles son estrechísimas; gracias a que Domínguez es un hombre de una gran inten­ción, y nos hace reír más de lo justo, muchas veces. Natural es que ni las habitaciones, ni camas, ni menos la comida, puedan resistir comparación con la de los Señores Pérez-Ta­bernero del Villar de los Álamos.
Esto es una pócima con ribetes de comi­da, pero hoy he decidido nos den huevos pasados por agua y un poco de jamón frito, pues anoche fue desastroso.
Todas estas cosas, y mil más, no tienen importancia a los 20 años, pero con veinte y nueve más encima, no son agradables, por pintar cuatro tíos y una mona... y llueve querida Clota, y llueve desesperando mi pa­ciencia...
Conservaos buenas y gozad la paz de esa hermosa casa donde tanto guarda mi vida. Besos a María y Elena y tú vida mía recíbe­los de tu
Joaquin
Soria, 6 de octubre de 1912
QUERIDÍSIMA CLOTA:
Son las 8 y media y no ha llegado tu carta y temo no tener ya hasta mañana.
Hoy vida mía, fue un día pésimo de frío y viento. He trabajado con grandísimas inco­modidades y si no fuese por la pena que me da el dejar sin terminar mi trabajo, hoy mis­mo lo hubiera dejado.
Es el frío de Soria, único en su clase, seco excitante y como lo recibo de cara todo el santo día, no trabajo con el sosiego necesario y esto me hace perder mucho tiempo.
Hoy estoy algo dolorido de la cadera iz­quierda, dolor que ya conozco, pues lo he tenido varias veces y pasará.
La cara me arde, y estoy rojo como un pimiento riojano.
Ahora voy a cenar con hambre, pero no contento como ayer, y temo con razón que mañana me fastidie, pues sigue igual frío, y está nublado y ¡¡quiero sol!!
Todo este calvario por no haber dicho que no a Huntington, estoy decidido a que no continúe en la forma actual, pintar sí, pero donde no haga este frío, y si no se puede acabar dentro de los 5 arios —que sean 10— pues no conduce a nada el expo­nerse a dejar la vida en cualquier momento.
Con paciencia llegaremos al fin.
Besos a María y Elena y muchos para ti de tu
Joaquín

Criptana, 27 de octubre de 1912
QUERIDA CLOTILDE:
Ya estamos en el pueblo más bonito de La Mancha, y si el tiempo continua bue­no como hasta ahora empezaré mañana a pintar.
El día de hoy lo he pasado regular pues como no he podido trabajar, he tenido que soportar la interminable charla de cosas que nada me importan y a las cuales hay que hacer como que te interesan, a más como el incógnito es imposible la curiosidad por ver a Sorolla, es tan fatigoso que hay ratos que quedo agobiado.
No tengo un solo minuto que pueda es­tar solo. Ahora quería escribirte cuatro li­neas, pues bien, el señor farmacéutico no me ha dejado ir a lo que se llama ¡;fonda!! y ahora escribo en la rebotica, oyendo la con­versación no sabiendo ni lo que escribo.
Por fin mañana haré los estudios —las gentes son más ladinas que todo cuanto he visto y conocido en mi vida, son los Sanchos exactos—.
De Quijote hasta la presente no he cono­cido ninguno.
Conservaos buenas y Dios quiera que to­dos sigáis disfrutando del mismo sol.
Miles de besos a María y Elenita y uno para ti de tu
Joaquín
Sevilla, 6 de marzo de 1914
MI QUERIDA CLOTILDE:
Después de tres horas de coche rebuscando un sitio donde poder trabajar, he encontra­do uno por indicación de Bilbao, que si dan el permiso podía pintar la procesión. Hay que pedirlo a la Abadesa del Convento de San Clemente. Fábricas, conventos, cuarte­les... Qué mañana más desesperante, si me conceden el local indicado luego hay que buscar modelos... en fin te digo que estoy muy poco divertido, mas ahora, una de la tarde me voy a almorzar cansado hasta más no poder; dichoso y enojoso encargo, le voy tomando un asco tremendo.
Luego estos sevillanos todo te dan arre­glado: ¿lo-cal para pintá? ¡ci los hay por mi­les! -no-za pure Vd., mañana le doy una lista de chipen... y el mañana es que no se ha vuelto a ocupar de ná. En una palabra aquí hay facilidades para todo lo que no sea útil, chalaneo y pérdida de tiempo, gente agrada­ble, chispeante, pero nada más. Perdidos pues con hoy ¡¡¡3 días!!! Por que esta tarde no espero otra cosa.
Yo no sé si hubiera sido más práctico Córdoba, porque Sevilla bastará, según pienso, con la procesión; me parece queesto es lo más práctico, toreros Córdoba, y el gran cuadro en Granada, ¡¡para el otoño con vosotros!! pues a María Granada lo permitirá Madina.
El tiempo hoy está bueno pero he visto algo arañado el cielo, seguro que en esa hoy no es tan bueno como ayer.
Para los 4 el cariño del Padre, para ti mil besos de tu Joaquín
Sevilla, 14 de marzo de 1914
QUERIDA CLOTA:
Toda la tarde estoy en el atrio de San Clemente esperando los modelos que no llegan. Deseo verlos a su luz; he fumado un cigarro con el Sr. Cura del Convento, hombre muy pacífico y agradable que se llama Don Juan; después él se retiró a sus rezos. Venía de un entierro.
La ama del cura es una zarrapastrosa bigotuda, que me quiere dar conversación explicándome la pobreza de las monjas, y las aficiones agrícolas del cura: va siempre acompañada de un famélico gato, feo como ella y esmirriado como una oblea.
Se despejó el cielo y tiene ahora un azul bellísimo. Frente al pórtico hay un verdadero jardín con plátanos (ahora secos), pequeños naranjos, lirios y azucenas y demás flores caseras, todo ello a punto de reventar, pero lo que hace este rincón tranquilo más agradable, es un gigantesco árbol del paraíso, tan grande como jamás vi alguno. El gorjeo de cientos de gorriones ponen música a esta paz de convento.
Yo fumo y fumo, pienso en mi cuadro que tengo delante. Cuadro incógnita, pues sólo blanca está la tela, y tan pronto llevo la composición a un lado como al otro, la subo, la bajo, muevo las figuras a mi antojo... es la ilusión más agradable, luego hay que conformarse, y ya no tiene remedio... Tardan los modelos, espero impaciente un gitano que debe ser el alma del cuadro: el penitente cargado con la cruz. Éste no aparece y empiezo a impacientarme, por desear empezar el lunes.Dos semanas perdidas que ya no vuelven.
Escribirte ahora me da alegría, pues no estoy sólo, contarte estas cosas sin valor, es lo que más me gusta.
Empiezo a temer, el gitano no viene, y estoy nervioso, por si el lunes no empiezo.
La carta de medio día está escrita bajo la triste impresión de la soledad acompañada de todo lo que nada te importa, no debiera escribirte cuando estoy de este ánimo.
Llegaron los modelos y no es lo que yo deseo. He tomado un coche y fui a Triana, recorrí la cava y no he encontrado nada.
Son las 6 y media y no tengo carta tuya, de no llegar a las 8 de la noche, nada sabré hoy de vosotros.
Hasta mañana pues, y paciencia.
Mil besos de tu
Joaquín
Barcelona, 7 de octubre de 1915
DEFINITIVAMENTE, MAÑANA 8, empezaré con el modelo a pintar; ayer querida Clota, llegué a ponerme nervioso y estuve de mal carácter todo el día, por la informalidad de estos pescadores, que son igual que en Valencia, con la agravante de la fanfarrona ordinariez de todo buen levantino cata­lán, me exasperé, ayer sol, hoy sol y nada he hecho. Este cuadro es muy molesto,
creo puede ser hermoso, pero fastidioso, lo es en grado sumo.
He trabajado toda la mañana en la com­posición igual que ayer, pero yo quisiera es­tar pintando ya.
(...)
Más tarde volveré al puerto para conti­nuar mis apuntes al lápiz, hay cosas muy hermosas y de otro tipo que lo de Valencia, pero no tan hermoso.
Hoy he comprado un traje de bayeta amarillo, por si lo pinto, y una blusa de lana blanca.
Espero la tuya de hoy antes de cerrar esta, que escribo como siempre mientras almuerzo, así en la mesa estoy menos solo.
Por la tuya, veo que María sigue impa­ciente, pero creo no debe cablegrafiar, sino tener paciencia, ya que nada puede ocurrir. Dichoso casamiento, y sobre todo no olvi­dar lo de la guerra, en que todo anda como Dios quiere.
Preguntaré en la Gerencia ahora mismo. Calma en todos, pues yo me contagiaré también.
Besos a todos y tú muchos de tu Joaquín


Fragmentos de diversas cartas de Joaquin Sorolla con dibujos -uno de ellos de su esposa, Clotilde- reproducidos en el primer tomo de su Epistolario. Entre ellas un retrato de Archer Milton Huntintong, en 1903. Archivo Fotográfico de la Hispanic Society.


Valencia, 9 de febrero de 1916
CREÍ, QUERIDÍSIMA CLOTA, que hoy no podía trabajar, por el mal tiempo. Aguanté una larga hora de frío húmedo y luego pude pin­tar otra hora, menos mal.
Es una pena que no pueda pintar todo el día en el mismo cuadro, porque las tardes van a resultarme aburridísimas terminado el discurso.
Nada tiene que ver una cosa con la otra, tú me eres más necesaria que el bonito cie­lo, les banderoles y los naranjos, tú, con esto o sin esto constituyes mi vida entera.
No me explotan, puedes estar tranquila, lo que pasa es que para mucha gente lo del regateo es una ocupación, mientras que pa­ra mí es aprovechamiento de tiempo y sali­va..., al final nada entre dos platos.
El cuadro es caro porque los elementos de que se compone son carísimos, caballos, monturas, trajes caros en ellas y en ellos, es decir que el pintar dos cortas horas son 5 duros u 8 diarios; lo que yo compre es para siempre, eso me lo llevo, eso es para ti. (...)
Conservaos buenos y recibe estas viole­tas de tu huerto, la cuales llevan besos para ti de tu
Joaquín
'Alicante, 29 de noviembre de 1918
QUERIDA CLOTA MÍA:
Supongo en tu poder los dátiles y las grana­das.
Hoy seguí dibujando cada vez más ena­morado del natural, tanto, que entre el mar, el sol espléndido, me parecía estar en mis felices días de la playa.
No hay más que Levante para la pintu­ra, Sevilla no es nada. Comprendo te preo­cupe, estate tranquila el viejo no piensa más que en ti y en su arte y el complemen­to de mi dicha sería que mi Elena y mi Joaquín fueran felices.
Hoy estoy derrotado de cansancio en los pies, me duelen mucho, y no he echado mi siestecita porque de noche duermo mal si hay siesta.
Anoche fuimos a jugar a la Aduana a casa de Guillén, no fue aburrido, ¡¡gané diez céntimos!!, qué afortunado soy en el juego ¿eh?, en cambio lo soy con mi viejecita...
Deseo llegue el día de mañana para seguir mi obra, me hace mucha ilusión, quizá equivocada, pero el natural ¡¡es tan hermoso!!
A las 7 ya estoy levantado y a las 8 y media tomo el coche, empleamos media hora en llegar; se iría antes pero la carretera tiene malos trozos, si no, iríamos en un cuarto de hora.
Nada me cuentas de Joaquín y de Qui­quet, dile le he comprado una cosita bonita que le mandaré pronto.
Mil besos a mis hijos, y uno para ti de tu Joaquín
Ayamonte, 1 de julio de 1919
QUERIDA CLOTILDE MÍA:
La excursión río arriba fue dolorosa por el
calor terrible que pasamos, y cero interés, nada valía la pena de tan gran paliza. El vaporcito no tenía fuerza el motor y el sol nos achicharró de lo lindo. Además el pue­blo está tan mal empedrado que Tetuán es un paraíso, se llama el pueblo San Lúcar de Guadiana, la iglesia destruida, el cura man­cebado con dos hijos y la señora encinta... comimos bien pero a las 4 de la tarde; en­frente mismo hay un pueblo pequeño por­tugués, bien de orden y limpio, y muy pin­toresco. Eso y que en mitad del camino bajamos a una finca donde comimos mo­ras tan enormes que parecían ciruelas, hi­gos riquísimos y agua fresca, esa fue la nota del día, llegando a Ayamonte a las 11 de la noche en que leí tu telegrama, el de Pedro, envíame el delRey.
Hoy no hago nada, el cuadro sigue bien pero hay que esperar que seque bien para no estropear el trabajo hecho, espero lien­zo de Sevilla por si hago algún borrón, pues por pronto que esto esté para arrollar sus 6 ú 8 días no se los quita nadie.
Ya pues las emociones internas del arte pasaron a la historia de mi vida, me refiero a la obra para América. Ahora lo que yo pido a Dios es salud para vivir tranquilo con vosostros.
Ya querida Clota va faltando menos pa­ra que nos abracemos todos y demos jun­tos las gracias a Dios por la terminación de este trabajo que tantas penas nos produjo y tan medianos resultados materiales tocare­mos, pero no sólo de pan vive el hombre.
(...)
Miro el cuadro tan enorme y me parece mentira esté terminado, y créeme, dejaré este Ayamonte, a pesar de lo mal comido, con su deje ligero de tristeza, pues en este cuadro que empecé angustiado por los ma­reos, he tenido horas largas de un vigor grande, de pintar como no recordaba, y esto lo ha motivado la vida de estos pesca­dores y este sol africano, los enormes atu­nes, y esto mi amada Clotilde compensa la amargura de no estar juntos, y la simpatía al medio, además siempre hay gentes sim­páticas que se portaron bien con uno.
Besos a mis hijos y nieto y para tí todo el cariño de tu
Joaquín •

Labores Invisibles
Las pinturas se exhiben tras un proceso de conservación que les ha devuelto su esplendor.


Por Vicente Ripollés
El trabajo que Joaquín Sorolla realizó por encargo de Archer Milton Huntington se tradujo en el monu‑mental conjunto pictórico forma­do por 14 paneles de la Visión de España, que decoran las paredes de la sala que da nombre al pintor valenciano en la Hispanic Society of America, en Nueva York. Salvo el panel de Castilla, que está formado por siete cuadros, y el de Ayamonte, por dos (el pri­mero y el último del conjunto respectiva­mente), el resto son de una sola pieza. To­dos los paneles tienen la misma altura, aproximadamente 3,50 metros.
Según la correspondencia entre Sorolla y Huntington, a finales de octubre de 1919, la decoración estaba enrollada y todo dispuesto para su embarque. En 1922 las telas salieron de España para Estados Unidos. Por tanto, y según estas fechas, los lienzos permanecie­ron enrollados en España durante tres años. A su recepción en Nueva York tuvieron que ser colocadas sobre nuevos bastidores y ubi­cadas las telas en el lugar para donde fueron concebidas.

La Unidad de Arqueometría del Instituto de Ciencia de los Materiales de la Universi­tat de Valencia (ICMUV) realizó in situ los análisis de las obras mediante fluorescencia de Rayos X dispersiva en energía (ADXRF). Se trata de una técnica analítica no-destruc­tiva que no precisa la toma de muestras y que está integrada en un módulo portátil que permite realizar los análisis en el mismo lugar donde se exponen las obras. Estos aná­lisis aportaron un importante apoyo técnico a los procesos de adecuación y limpieza de las obras. El estado de conservación que pre­sentaba el soporte-bastidor-tela-prepara­ción-pintura era el correcto. El panel más laborioso fue el de Castilla: La fiesta del pan. Una tela que mide 3,55x 13,94 metros, llegan­do a alcanzar prácticamente los 50 metros cuadrados. Sorolla lo empezó a pintar a prin­cipios del año 1913 y lo dio por concluido en otoño, salvo retoques que realizó en diciem­bre del mismo año.
Como las pinturas llegaron a Nueva York enrolladas y sin bastidor, se fabricaron unos nuevos a medida. Se confeccionaron con pino blanco curado procedente de las explo­taciones del norte del Estado de Nueva York. Los bastidores presentaban un estado de conservación óptimo.
Las telas están compuestas por mezcla de lino y algodón. Durante el proceso de montaje y tensado sobre los bastidores en 1922, algunos de los bordes perimetrales su­frieron desgarros. Es por eso por lo que los lienzos de algunos paneles fueron sujetados con gabarrotes a la cara anterior del basti­dor, sobre la pintura, en lugar de hacerlo en el canto. La preparación es industrial salvo el panel Sevilla: Los toreros que es artesanal. La capa pictórica es óleo y tiene una factura mayormente de gruesos empastes de color. Lo más destacable del conjunto mural es que ningún panel está barnizado, mostran­do las superficies pictóricas mates y con dife­rentes texturas.
Para su restauración se han considerado diversos aspectos fundamentales:
1) Los cambios producidos por los mate­riales y la técnica; el agrietamiento prema­turo producido por el secado de varios es­tratos pictóricos superpuestos; el aceitado, recurso técnico que utilizó Sorolla sobre zonas ya finalizadas y que, por criterios personales, posteriormente decide retomar. Es­ta técnica ha mantenido el brillo de la pintu­ra tratada, produciendo cierta distorsión en el conjunto de la obra. Esto se debe única­mente a acciones- llevadas a cabo por el artista y afecta únicamente a lo estético, no presentando peligro para la obra.
Los resultados de una restauración lle­vada a cabo hacia 1970 produjeron brillos por la parafina que se empleó como consoli­dante de la película pictórica.
Daños ocasionados por otras causas (filtraciones de agua de lluvia, suciedad ambiental).
Dentro del acatamiento aplicado de res­tauración, el principal objetivo ha sido esta­bilizar la obra, frenar el deterioro y recupe­rar el color y la luz del conjunto mural. Siguiendo criterios de mínima intervención y máximo respeto por la obra y la concep­ción del artista, por lo cual el conjunto deco­rativo permanecerá sin barnizar, tal y como el pintor lo acabó.
Una vez descolgado el panel sobre el que se iba a intervenir, se procedió a la limpieza del reverso de la tela mediante procedimien­tos mecánicos. Al desclavar las telas de sus bastidores nos dimos cuenta de que en dos de los lienzos de Castilla, los números 3 y 4, un pequeño trozo de pintura, en sus respec­tivos laterales izquierdos, había estado do­blado sobre el canto del bastidor. Se conside­ró adecuado añadir sendos listones de 12 milímetros al bastidor para recuperar mejor la imagen que concibió el pintor.

Con el soporte limpio se procedió a con­solidar las roturas y reforzar los bordes.El proceso de limpieza, en cambio, se ha efec­tuado en dos fases. La primera ha consistido en la eliminación de la suciedad superficial. La segunda fase de limpieza ha permitido eliminar la parafina de la superficie pictóri­ca. Los brillos producidos por el aceitado se consideran parte integrante de la obra y co­mo tal se conservan. La última operación consistió en el estucado de lagunas y su pos­terior reintegración cromática con colores a la acuarela.
Los trabajos de restauración han permiti­do descubrir y recuperar numerosos deta­lles ocultos hasta ahora como consecuencia de la suciedad acumulada. En Sevilla: Los Penitentes, matices y tonalidades cromáti­cas en las túnicas de los nazarenos; el efecto de peso que produce el terciopelo verde en los atuendos de los personajes de Aragón: La jota; el humo del cigarro del mayoral a caballo en la pintura Sevilla: El encierro; la Cruz de Mayo al fondo de la composición en Sevilla: El baile presenta más nitidez y el personaje subido en lo alto de una palmera del panel de Elche: El palmeral. •

Vicente Ripollés es restaurador del patrimonio artístico de Bancaja y responsable técnico de este proyecto.

EL PAIS BABELIA EXTRA 10.05.08


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