lunes, 30 de septiembre de 2013

Neal Adams pierde dos portafolios (carteras) en un taxi

Por el Heraldo de Melkart.

Neal Adams ha perdido dos portafolios valorados en miles de dólares en un taxi de Nueva York. La noticia publicada en el New York Post, se hace eco del despiste de Neal, que olvidó su portafolios dentro del taxi el día 4 de septiembre sobre las 19:40 de la tarde.

Neal Adams en una foto de archivo. Ahora no sonríe tanto.

Neal Adams, el legendario dibujante va a la caza de más de un centenar de valiosos bocetos que olvidó en un taxi amarillo. Para ello, ha puesto en marcha su talento y ha dibujado un retrato robot del taxista.

Retrato robot del taxista y la bolsa de Bucky O'hare que contenía los dos portafolios.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Mister Blueberry guión e ilustración Jean Giraud. Dossier de prensa
















 GIRAUD por GIRAUD de la A a la Z


Ausencia (tan larga): «Numerosas razones explican la ausencia de Blueberry durante estos últimos años; algunas de ellas muy triviales y otras relacionadas con la imaginación. En primer lugar está la ausencia de Jean-Michel. Mientras vivió era él quien llevaba el "calendario" de la serie, mientras que yo, normalmente, me adaptaba a sus deseos. Cuando desapareció -llevándose consigo la "presión" que ejercía-, me quedé solo, y he de reconocer que me daba un poco de miedo lanzarme a hacer un nuevo álbum. Tenía miedo de enfrentarme al guión en solitario. Y también de "hacer Blueberry". Para mí, en aquel momento, hacer un Blueberry era sinónimo de rehacer un Blueberry. Durante ese período hubo también cierta vacilación editorial en Francia, pues la serie iba a volver a su editor original, Dargaud, tras publicarse durante algún tiempo en Les Humanoïdes Associés. Y, además, había una razón más abstracta. Al final de Arizona Love, Blueberry vive un momento clave de su vida, siente que ha llegado el fin de una época: no ha podido, no ha sabido, conservar el amor de una mujer, ha fracasado, está afectado emocionalmente. Tiene las alas rotas, es el final de la Gran Aventura. Partiendo de ahí, me pareció bastante lógico que hubiera una especie de agujero negro en su vida. Lo he abandonado durante cuatro años, aunque de hecho para él han pasado siete. Ésta es una cifra un poco mágica, un símbolo fuerte que hace referencia a uno de los ciclos biológicos del cuerpo humano. Podemos, pues, suponer que estos siete años han llevado a Blueberry a sufrir una profunda transformación.»

 Album(es) preferido(s): «Hay varios. El ciclo de La mina..., porque los dibujos traslucen entusiasmo y generosidad. Nariz rota, muy bien construido técnicamente. La tribu fantasma, por su relajamiento gráfico. Y siento también una ternura particular por el lado extraño, un poco híbrido, de Arizona Love.»

América: «A pesar de ser francés y haber nacido en Francia, es verdad que tengo una especie de predilección por América. Contar historias de Blueberry es contar una parte de la historia de los Estados Unidos. Es lo mismo que cuando hago ciencia ficción, un género más bien anglosajón. Hace mucho tiempo, cuando me incliné por los Estados Unidos, que todavía no estaban de moda, en aquel paso hubo un no sé qué de subversivo. América era el nombre que se daba a la modernidad. Y yo, como la mayoría de los artistas, entré con mucha pasión en el modelo americano. Fue una atracción violenta, una especie de fetichismo, una nostalgia difundida por las viejas historias de cowboys y de indios... Después llega un momento en que uno deja de asimilar esa cultura, porque ya es demasiado. Es demasiado. Surgen zonas de resistencia. Precisamente por eso "mi" América sólo es moderadamente "real". Mucho menos precisa, por ejemplo, que la de Blanc-Dumont o la de Hermann. Parece auténtica, pero, al mirarla de cerca, le falta mucho para serlo.»

Blood'n'guts:    «Jean-Michel había preparado un pequeño repertorio de expresiones de este tipo; era su faceta graciosa. Además, ponerlas responde a una necesidad: un western ha de ofrecer la posibilidad de sembrar este tipo de señales, que crean cierto exotismo. Dicho esto, Blood'n'guts, literalmente "sangre y tripas", es una invención total de Jean-Michel. ¡Jamás ningún cowboy pronunció ese juramento! Parece ser.»

Blueberry: «Un gemelo, un hermano, más aún... ¡Blueberry soy yo, lo quiera o no! Un día, cuando era pequeño, me hice un corte en la nariz, bastante serio, jugando en la calle. Mi madre me llevó en brazos al dispensario, a pie. Al llegar —conservo un recuerdo muy profundo— tenía la blusa cubierta de sangre. Creo que Blueberry, con su nariz rota y sus perpetuos problemas, puede ser un resurgir de ese incidente... Sea lo que sea, siento por él un cariño enorme. Su obstinada supervivencia resulta admirable, igual que su don para crearse problemas. A veces me digo que su vida no es una verdadera vida, pero en el fondo quizá sea exactamente lo contrario: buscarse problemas es una manera incomparable de sentir la existencia...»



Charlier (Jean-Michel): «Jean-Michel orientó mi vida. Conocerlo me cambió. Me dio muchas cosas, incluso en lo profesional: una fantástica seguridad en mi trabajo, una auténtica profesionalidad, una verdadera confianza en mí mismo. Su personalidad cálida, llena de humor, estaba muy presente. Desde luego, a veces hubo fricciones, surgidas de nuestras diferencias Le costaba entender, por ejemplo, qué hacía yo con el sobrenombre de Moebius. Pero incluso cuando no coincidíamos, él, educadamente, se las arreglaba para no herirme. Como muchos otros, no me di cuenta de lo buen artista que era, de la formidable herencia que dejaba, hasta que murió. Hoy, en total complicidad con su familia, es para mí un privilegio excepcional encargarme de la continuación de Blueberry.»

Chihuahua Pearl: «Poco a poco me he dado cuenta de que Blueberry es hombre de una sola mujer. Y esa mujer, el gran amor de su vida, es Chihuahua. Los dos constituyen una verdadera entidad. Sin embargo, con Arizona Love creí por un momento que ella iba a salir definitivamente de escena: exit Chihuahua... Pero ahora sé que es imposible: es inevitable que reaparezca.»

Cine: «Mientras vivía Charlier hubo varios proyectos de adaptación de Blueberry al cine. Sin embargo, todos dieron al traste por la incompatibilidad entre los guiones y Jean-Michel, que tenía mucho interés en preservar el sabor y el color del Blueberry original, mientras que la tendencia de los cineastas, en aquel momento, era desviarse hacia una cierta comicidad. Jean-Michel tenía razón al resistirse. Ahora hay un nuevo proyecto en perspectiva: una productora americana ha comprado los derechos de Blueberry para intentar hacer una adaptación con unos grandes estudios de Hollywood. No sé si llegará a hacerse. Pero si no se hace, mi deseo sería, una vez hayamos recuperado los derechos, montar aquí una producción de prestigio. Una gran película francesa, rodada en Francia, con actores franceses y al nivel de las grandes producciones americanas. No pienso necesariamente en un gran montaje, sino más bien en una intriga bastante modesta pero realizada con mucho lujo.»

Color: «Es muy importante para mí, capital. Creo que formo parte de ese grupo de autores que demostraron, cuando aún no  solía admitirse, que el color es un componente esencial, fundamental, en la creación de un cómic. Hoy en día la idea está generalizada, pero los buenos profesionales del color siguen siendo escasos, pues es un arte difícil: hay que saber oscilar constantemente, con mucha sutileza, entre la estilización y el realismo. Creo que en Mister Blueberry Florence Bretón ha recogido el testigo perfectamente.»

Cómic: «Tras todos estos años, el cómic sigue siendo mi universo de referencia. Desde luego, como a todos los profesionales, al final el cerebro se me ha quedado estructurado por esa manera especial de captar la imagen. Si pintase, no cabe duda de que no podría evitar componer mis cuadros en forma de secuencias... Pero no siento cansancio alguno, al contrario. Si dibujar llegara a cansarme significaría, simplemente, que me habría cansado de vivir...»

Desgaste: «Es un peligro continuamente al acecho. Todo se desgasta: la imaginación, la mirada de los lectores, el entusiasmo... Un ilustrador está aún más expuesto a él cuando realiza su trabajo en solitario y debe alimentarse de cierta actividad espiritual. Temo al desgaste pero lo encuentro útil: el temor al desgaste es como el temor de Dios, nos mantiene alertas...»



Dibujo: «Blueberry es un tipo de dibujo muy particular, con sus leyes, sus exigencias y sus dificultades. Es algo que me resulta imposible improvisar, que exige entrenamiento y disciplina; digamos que moviliza todos los recursos del dibujo clásico europeo. Por otra parte es interesante, pues, sin duda, el cómic constituye hoy en día una de las últimas transformaciones de esta tradición realista, que es una típica invención occidental. Una forma de dibujo sin caricatura, el academicismo en acción. Es un género difícil, que exige mucha memoria y el respeto a la realidad, a la luz y a la perspectiva. En definitiva, es un arte sometido a unas reglas. Ello es difícil de aceptar para el espíritu moderno de hoy en día, pues implica también someterse previamente a una enseñanza. El hecho de que prácticamente todos los "maestros", en el sentido clásico del término, hayan desaparecido, demuestra que esta tradición se está perdiendo.»

Earp (Wyatt): «Wyatt Earp es, efectivamente, uno de los protagonistas de Mister Blueberry, pero de la misma manera que sus hermanos o que Doc Holliday, que se esfuerzan por imponer el orden en Tombstone. En realidad, más que uno u otro de estos personajes, lo que me interesaba era el mito. Quería que Blueberry se enfrentase a los mitos del Oeste, sabiendo que para mí él es uno de esos mitos. Si se consultan atentamente los libros de historia que tratan de esa época, él está presente en ellos, justo detrás, entre líneas...»

Editores: «Es cierto que el periplo editorial de Blueberry en Francia es un poco complicado. Tuvo la época Novédi, cuya razón de ser era entonces ocuparse exclusivamente de la producción de Jean-Michel. Después hubo ocho títulos —cuatro de Blueberry y cuatro de La Juventud— con Dupuis, mientras la "serie madre", los dos episodios publicados de Marshal y La Juventud, volvían a Dargaud, su editor original, tras darse una vuelta por Les Humanoides Associés/Alpen. Rizar el rizo...»

Fama: «La fama... forma parte necesariamente de las "herramientas del artista", pero comporta, también obligatoriamente, un poco de neurosis. En el pasado solía decir que los dos peligros que amenazan a los artistas son el fracaso y el éxito. En todo trabajo artístico hay un deseo y una necesidad de reconocimiento. Si no se cumple ese deseo, llegan el sufrimiento y el fracaso profesional. Pero si se sobrepasa —o dicho de otra manera, si llega la fama—, la neurosis se queda al acecho y el reconocimiento puede llegar a constituir también un sufrimiento. Personalmente, intento encontrar un equilibrio, controlar mi lado neurótico, que aspira a la gloria absoluta, sin ceder por ello a las estrategias grotescas que este impulso podría dictarme. Pero eso tampoco significa que haya que reprimirlo siempre: en cierto momento, por ejemplo, disfrutaba viendo cómo se construía mi imagen internacional.»

Final: «No existe el final de la serie. Blueberry no puede morir. Estoy convencido de ello desde que leí la biografía de Blueberry, escrita por Jean-Michel antes de morir. Es una especie de testamento. Blueberry nació hacia 1843, por lo que tenía 57 años en 1900, y 77 años en 1920. Y en aquella época seguía siendo un personaje fascinante, mucho más rico que todo lo que se pueda imaginar. Según Jean-Michel, Blueberry conoció incluso a Elliot Ness. La historia de un tipo así no puede tener un final...»

Guión: «Verdaderamente, escribir guiones ha sido mi gran descubrimiento de estos últimos años; me causa un placer regenerador. El trato con Charlier me hizo creer durante mucho tiempo que no era un trabajo para mí, cuando es evidente que desde el momento en que se hacen cómics se está trabajando necesariamente con guiones. No tengo grandes estudios ni una formación literaria, así que voy aprendiendo la técnica a salto de mata, conforme construyo las historias, con la felicidad que me dan la improvisación, la sensación de riesgo, el trabajo sin red

 Es casi más gratificante que el dibujo, aunque también más angustioso, pues los errores son más difíciles de controlar. Además, últimamente me divierto mucho con un nuevo juguete: los guiones escritos para otros.»

Historia: «A Jean-Michel le gustaba mucho la historia, pero a mí nada en absoluto. Así que entro en el juego de la referencia histórica, pero sin fanatismo, sin un esfuerzo verdaderamente profundo de investigación documental. Además, tengo otras armas... Al reflexionar sobre una futura continuación de la serie, que se llamará Blueberry 1900, imaginé que el presidente de los Estados Unidos sería víctima de un atentado y que Blueberry, tras numerosas peripecias y aventuras, llegaría a hacer fracasar a los terroristas y a salvar la vida del presidente. Después, un poco por cuestión de reflejos, consulté algunos libros para saber quién era verdaderamente el presidente de los Estados Unidos en 1900. ¡Cuál no sería mi sorpresa a descubrir que McKinley, que así se llamaba, fue realmente víctima de un atentado mortal, justo en el momento que yo había imaginado!»

Humor: «Soy bastante sensible al humor, pero en Blueberry no es verdaderamente premeditado.   Surge  de  forma más bien inconsciente, improvisada. A Jean-Michel le gustaba mucho incluir humor en sus historias, aunque haya quien se ha burlado amablemente del carácter un poco afectado de los "gags a la Charlier". Yo tengo cierto cariño a ese tipo de humor suyo. Formaba parte de su estilo.»

Imitador(es): «A veces me han imitado, sí, y soy el primero en decir que es bueno y necesario imitar a la gente que te gusta y a la que admiras. Yo mismo, profesionalmente, no he hecho otra cosa: empecé imitando a otros creadores y sigo intentando imitar el academicismo, aunque sin conseguirlo del todo. Creo que imitar no es malo, es una de las cosas que nos hacen humanos.»

Jerónimo: «Se empieza a ver aparecer discretamente a Jerónimo en Mister Blueberry, pero eso no es más que el principio. El personaje, que es a la vez un jefe guerrero y un gran brujo, irá ganando en importancia, y no sólo porque remite casi a un anagrama: Giraud, mi apellido, y Nemo, el niño que sueña... [Jerónimo se escribe Gerónimo en francés, con g]. De hecho, Jerónimo y Blueberry se conocen desde hace mucho tiempo. En un álbum próximo se contarán, en forma de flash back, las aventuras que vivieron juntos cuando eran jóvenes, en una época, anterior a Fort Navajo, en que Jerónimo era ya un poderoso brujo. Me doy perfecta cuenta de que las relaciones de Blueberry con el mundo indio —también frecuentó a Cochise— son aún más profundas de lo que parece, y tienden a resurgir sin cesar veinte o treinta años después. El origen de todo ello es una prolongada inmersión en la biografía de Blueberry, que me lleva a ser cada vez más consciente de la dimensión verdaderamente extraordinaria del personaje. Poco a poco voy teniendo la impresión de que su vida finalmente empieza a tener sentido.»

Juego: «En Mister Blueberry, Blueberry juega mucho: ya rico, se ha convertido en un gambler, un jugador profesional, un asiduo de las timbas de póquer. Considero que eso cuadra muy bien con su historia y su personalidad, aunque lo hago jugar de una forma muy particular: de una manera fría, sin pasión, con un algo un poco monstruoso que percibimos agazapado en él. Una vez más, ello forma parte del descubrimiento de facetas poco conocidas de su profunda personalidad. Todas las pruebas que ha vivido Blueberry lo han formado, modelado, marcado, y han dejado en él huellas a veces extrañas. A partir de ahora, cada vez será más evidente que Blueberry es, en realidad, un tipo bastante raro.»

McLure (Jimmy): «No aparece en Mister Blueberry pero, de todas formas, nos enteramos de que ha abierto un saloon en Santa Fe. Al final, resulta que Jimmy McLure es el único tío realmente puro de toda la historia. Encarna una parte del propio Blueberry; sería como Blueberry de viejo si éste se hubiera abandonado a algunos de sus instintos. Redneck también reaparecerá en el futuro: se ha hecho rico, mormón, se cree un santo y se va a lanzar a la gran aventura del petróleo.»



Moebius: «Moebius es lo que pasa cuando me interno en mi inconsciente. Actualmente sigo firmando Gir por razones editoriales, pero todo lo que haga de ahora en adelante podría de hecho firmarlo como Moebius. Incluido Blueberry en cuanto a los guiones, ya que el estilo gráfico queda un poco aparte.»

Proyectos: «En lo relativo a esta serie, el próximo gran proyecto es Blueberry 1900, una nueva rama del árbol. El guión del primer álbum ya está listo, y el ilustrador que tanteamos ha resultado ser un artista de primera fila. Lo que puedo decir es que no concibo esta "extensión" como una aventura más, sino más bien como un nuevo polo en la biografía del personaje. Blueberry tiene 57 años en 1900, exactamente la edad que tengo yo ahora. Se ha convertido en una especie de héroe mítico, un personaje misterioso que no sigue las normas establecidas, un poco dentro de la tradición de la novela popular del siglo XIX, que no siempre es lo que se espera de él.»

OK. Corral: «Tombstone, el formidable western de George Cosmatos, resultó decisivo en lo que iba a ser el nuevo álbum de Blueberry. Ya estaba haciendo un primer guión, pero lo perdí. Entonces fui a ver la película. Salí deslumhrado, maravillado, y enseguida decidí que allí era donde quería llevar a Blueberry, a la época del célebre combate entre los hermanos Earp, por una parte, y los Clanton y los McLaury por otra; una época que iba a dar lugar a la leyenda de O.K. Corral. Me olvidé definitivamente del guión anterior y lo reconstruí todo en función de aquel nuevo objetivo: mi deseo era prolongar el increíble placer que había experimentado al ver la película, rendirle un homenaje secreto. Se me echará en cara que no he sido el primero en poner en escena este episodio de la historia del Oeste, pero es precisamente eso lo que demuestra la potencia de su poder de atracción. Ese duelo atrae a los guionistas como la luz a las mariposas.»


Revólver(es): «Aparte de la cubierta, Blueberry no lleva ni utiliza arma ninguna en Mister Blueberry, aunque no hay que ver en ello un símbolo o un significado particular: se trata más bien de necesidades de la puesta en escena. En cambio, hay una cosa que me gustaría mucho dejar clara algún día, y es la cuestión de su habilidad y precisión con las armas. ¿Es muy rápido? ¿Muy hábil? Mi idea es que quizá no sea tan bueno como se podría imaginar, pero que, en compensación, tiene una determinación de hierro.»

Riqueza: «Ése es un tema complejo, que me ha dado mucho que pensar. Crecí en un medio en el que existía un gran recelo hacia la riqueza. Lo compartí durante algún tiempo, hasta que, más tarde, descubrí que la riqueza no es un estado sino una función, un modelo de comportamiento. El rico hace el papel de cebo. La colectividad lo necesita, de la misma manera que necesita artistas, sabios, asesinos, magos, medicos, profetas, ect. Personalmente, tengo tendencia a empobrecerme economicamente a medida que me hago mayor, aunque, por otro lado, me enriquezco mucho con lo que constituye la verdadera riqueza, es decir, los demás, los amigos, toda la gente a la que uno quiere.»




Sexo: «En principio, soy más bien partidario de sexualizar a los héroes, pero también soy consciente de que, en una serie como Blueberry, se deben respetar ciertas leyes. La sexualidad es, a pesar de todo, una función secreta del ser humano, que no se puede exponer de cualquier manera si no se quiere caer en otro género que también tiene sus códigos, sus reglas, sus mecanismos. En Arizona Love definí el tipo de representación que desde entonces iba a adoptar frente a la sexualidad de Blueberry: me decidí por la elipsis, y creo que la cosa está muy bien así. Además, no hay que olvidar los recursos del dibujo propiamente dicho: para sexualizar a los personajes se puede perfectamente adoptar un grafismo carnal, insistir en los cuerpos. En resumen, dejar claro que tienen carne...»

Teniente: «El título de este álbum habla por sí solo: Blueberry ha dejado el ejército y se ha convertido en un civil. Ya no es el teniente Blueberry, sino Mister Blueberry, título que he elegido a propósito por su doble sentido también es mister-io Blueberry [porque Mister y misterio (mystére) se pronuncian igual en francés], con todas las zonas oscuras y las dependencias que ello conlleva... Pero no creo que haya acabado realmente con su pasado militar, que resurgirá probablemente antes o después en su dimensión oculta: la información, las misiones secretas.

 Trabajo: «Blueberry es también una historia de gomas, de papeles, de lápices, de tinta... Una artesanía que responde a las necesidades  de  la  supervivencia  cotidiana. Nunca lo olvido. Pero también soy consciente de que disfruto de un gran privilegio: tengo la suerte de que el oficio de artista es a la vez un juego.»

Vance (William):   «Escribí Marshal Blueberry como una especie de ejercicio, para ver si era capaz de hacer guiones al estilo de Charlier. Cuando tuve que buscar un ilustrador, no pensé en Vanee. Me hablaron de él. Me di cuenta de que su estilo era bastante especial y de que Blueberry era lo suficientemente fuerte como para que yo pudiese ceder y dejar que las experiencias evolucionaran libremente. Así ocurrió, y nunca lo he lamentado. ¡El Blueberry de William tiene calidad!»

Wilson (Colin): «Colin ha conquistado la libertad respecto a Blueberry. Cuando abordó la serie, venía de un medio profesional —el cómic anglosajón— en que la autonomía de los ilustradores está restringida y se ejerce en el interior de un sistema de referencia bastante rígido. Se ha ido desmarcando progresivamente, ha decidido moverse y ha cogido a Blueberry con todas sus fuerzas. Estoy muy satisfecho.»


BIOGRAFÍA

Jean Giraud nació el 8 de mayo de 1938 en Nogent sur Marne. Sus padres se divorciaron cuando tenía tres años y fueron sus abuelos quienes lo educaron en parte. Sin embargo, gracias a su padre realizó un descubrimiento, cuando tenía quince o dieciséis años, que resultaría fundamental para él: el de la literatura de ciencia ficción, que leía en las páginas de la revista Fiction. Tras dos años estudiando Artes Aplicadas, empezó a dedicarse al cómic como profesional. Debutó en Far West y colaboró con publicaciones católicas, como Coeurs Vaillants. Hacia 1955 fue a ver a su madre, que vivía en México, donde se había vuelto a casar. Allí descubrió a la vez la marihuana, el bebop y las experiencias de la edad adulta. En más de un aspecto, Jean Giraud considera México su tierra predilecta, hasta el punto de que afirma que, en cierto modo, Moebius nació en México. Cuando volvió a Francia su vida cambió. Se incorporó al ejército, pasó dieciséis meses en Alemania y el resto en Argelia, donde trabajó primero como telefonista y después como vigilante de un almacén de material. No luchó. Pasó todo su tiempo libre dibujando.

Al volver al continente, entró en contacto con Joseph Gillain, llamado Jijé, uno de los pilares del semanario belga Spirou. Giraud se convirtió en su alumno y colaboró en una de las creaciones del maestro, el western Jerry Spring, en el episodio titulado La route de Coronado. En Francia, el semanario Pilote, fundado por Rene Goscinny, entre otros, deseaba crear una serie de westerns. Ése fue el principio de la colaboración de Giraud (con el nombre de Gir) con Jean-Michel Charlier. De ella nació Fort Navajo, denominación de origen de las aventuras de Mike Steve Blueberry, que siguen editándose actualmente. Aparecida por primera vez en el número de Pilote del 31 de octubre de 1963, la serie consiguió un éxito que fue aumentando con la publicación de cada nuevo episodio. Hoy en día cuenta con 24 álbumes, periódicamente reeditados. A través de esta serie, que constituyó el verdadero aprendizaje de Giraud, el ilustrador se desprendió poco a poco de la influencia de Jijé. Con su impulso, el guión siguió evolucionando e incorporó ingredientes estilísticos del cine, desde John Ford a Sergio Leone, pasando por Sam Pekinpah. Así Blueberry adquirió un tono moderno y una densidad dramática que superaban los modelos del cómic francobelga para jóvenes. Según sus admiradores, los mejores episodios son La mina del alemán perdido y El fantasma de las balas de oro, así como el ciclo de Chihuahua Pearl, El hombre que valía 500.000 $, Balada por un ataúd, Fuera de la ley y Ángel Face. La firma Giraud o Gir representaba en ese estadio al dibujante de inspiración clásica o neoclásica. Sin embargo, Giraud desarrolló otra vertiente creativa, firmada con el nombre de Moebius. Comenzó con una vena satírica, en la línea de la revista americana Mad. Fueron los comienzos del "sello" Moebius para el estúpido y malvado mensual Hará Kiri, donde dibujó historietas cortas de humor negro. Pero la dualidad Gir/Moebius necesitó poco tiempo para adquirir pronto otra amplitud. En 1965, realizó un nuevo viaje a México que se saldó con una decepción: Giraud se enfrentó a la soledad y a la angustia. Probó por primera vez las setas alucinógenas. Cuando regresó a Francia, se dedicó a su producción para Pilote, pero también abordó la ciencia ficción a través de las ilustraciones y los carteles. Colaboró regularmente con las ediciones Opta, para el Club du Livre d'Anticipation o las revistas Fiction y Galaxie.

Finalmente, entre 1973 y 1974 firmó para Pilote algunas historias en un tono nuevo y libre, historias que anunciaban la revolución Moebius, en particular La déviation, que marcó a generaciones de ilustradores. Pero entonces empezó un fenómeno más vasto: el nacimiento en Francia del cómic de autor, o si se prefiere del cómic «para adultos», del que Moebius se convirtió en una de las referencias más importantes a través de la revista Metal Hurlant.


Una diferencia con su editor francés, Dargaud, referente a Blueberry, condujo a la interrupción provisional de la serie durante cuatro años, de 1975 a 1979. La creación de la revista L'Écho des Savanes, en 1972, y el movimiento francés del cómic «para adultos», derivado del underground americano y del deseo de liberarse de la censura o de los límites impuestos por las publicaciones juveniles, permitieron que Moebius alcanzara su desarrollo pleno. En 1974 publicó en las ediciones Du Fromage (surgidas de L'Écho des Savanes) Le Bandard fou. En ese mismo año, Étienne Robial publicó el primer álbum de cómic en cuya cubierta sólo aparecía el nombre del autor (y no el de un personaje): era Gir, en Futuropolis.

1975 fue otra fecha histórica, testigo de la reunión de Moebius, Druillet, Dionnet y Farkas para la creación de Metal Hurlant y de su editorial Les Humanoi'des Associés. La firma de Moebius encontró en ellas todo su sentido y engendró, con un gran goce experimental y una nueva fuerza de expresión, creaciones citadas a menudo entre las obras maestras indiscutibles del cómic: Arzach, en 1976, Cauchemar Blanc, en 1977 (para L'Écho des Savanes), Les yeux du chat o Le Garage hermétique, en 1979. Cada una a su manera, estas obras revolucionaron la concepción del cómic y rechazaron sus límites creativos.

Un nuevo período se abrió entonces para Moebius. Su encuentro con Alexandro Jodorowsky para el proyecto inacabado de la película Dune llevó por una parte a la creación de L'Incal, y por otra lo lanzó a múltiples colaboraciones cinematográficas: Alien, del realizador Ridley Scott, los dibujos animados de Rene Laloux Les Maitres du Temps y Tron, de Steven Lisberger, que incluye secuencias de dibujos animados concebidas por ordenador.

Paralelamente, Moebius sufrió una crisis existencial radical: apasionado por las doctrinas espiritualistas, pronto se unió al grupo Isozen, dirigido por Appel-Guéry. Dejó el tabaco, el alcohol y cualquier otra sustancia capaz de abrirle paraísos artificiales, y se hizo vegetariano, residió durante unos años en Béarn, cerca de Pau, y después se marchó a Tahití, cuando el grupo se instaló allí. Su estancia fue corta. Atraído por el cine, se fue a Los Ángeles y se alejó de Isozen. (L'Incal se convirtió en un éxito y en el equivalente para Moebius de lo que Blueberry era para Gir! Entonces empezó a vivir entre Los Ángeles y París. En 1984 creó con Jean Annestay y Gérard Bouysse una pequeña editorial en París, AEdena, dedicada a las ediciones limitadas de las imágenes de Moebius y a colecciones de ilustraciones suyas, así como a un nuevo ciclo de cómics: Le Monde d'Édena, actualmente reanudado por Casterman. En Los Ángeles creó con Claudine, su mujer, y Jean-Marc y Randy Lofficier una empresa que iba a representarle, Starwatcher graphic, y que permitió la traducción de su obra completa al formato de lujosas graphic novels en Marvel, coronando así su dimensión de artista internacional. Adaptándose de buen grado a las costumbres locales, Moebius ilustró incluso, en 1988, dos episodios de un superhéroe legendario: el Surfer d'Argent, con un guión de su creador, Stan Lee. Uno de sus proyectos más importantes consistió en recuperar a su personaje mascota, el Major Grubert, y en extender Le Garage hermétique hasta llegar a las dimensiones de un ciclo con diversas facetas.
Los años 1988 y 1989 inauguraron una nueva época para Giraud/Moebius, quien puso fin a su «aventura americana», regresó a Francia y dio un giro al rumbo de su vida, tanto en el terreno privado como en el profesional.

En el campo editorial, no se quedó inactivo. La firma de Moebius iba a aparecer desde entonces con frecuencia en el catálogo de Casterman, a través de numerosas creaciones. En esa época desarrolló el universo creado por las ediciones AEdena, en primer lugar con el ciclo Le monde d'Édena. Paralelamente, siempre en el registro onírico e instintivo que caracteriza su tratamiento de la ciencia ficción, Moebius publicó en la misma editorial varias colecciones de imágenes (la última de ellas se llama Fusions) que reunían una buena parte de su producción «no cómic»: esbozos, estudios, acuarelas, ilustraciones, etc. Además, Casterman acogió otra faceta de su inspiración: gran admirador de la obra de Winsor McCay, Moebius propuso una nueva adaptación en dos volúmenes del célebre Little Nemo (Le bon roi, Le mauvais roi), dibujada por Bruno Marchand.

Por otro lado, con su viejo cómplice Alexandro Jodorowsky inauguró una nueva serie en Les Humanoídes Associés: Le coeur couronné.

Durante esta época, siempre seducido por lo audiovisual y la animación, Giraud/Moebius permaneció en contacto con los medios cinematográficos, tanto en Francia como en los Estados Unidos, pero ninguno de los grandes proyectos que había iniciado, ni Le Garage hermétique, con el dibujante japonés Otomo, ni Starwatcher, largometraje de imágenes de síntesis del que ya se habían realizado cinco minutos, vio la luz. Y en el capítulo de las actividades que no se pueden incluir en ningún ciclo preexistente, Moebius firmó en editoriales diversas algunos libros atípicos, como Les Histoires de Monsieur Mouche (con Jean-Luc Coudray), creó una pequeña estructura editorial, Stardom, con su ex mujer Claudine, y vio cómo aparecía un club de fans que publica el Moebius Groove, revista que informa de las novedades de su producción. Pero aunque Moebius resultara ser prolífico, ello no significó que Jean Giraud desapareciera del mapa. Siempre como guionista, recuperó para Casterman el personaje de Jim Cutlass, creado por Jean-Michel Charlier e ilustrado por Christian Rossi. Hasta ahora se han publicado cuatro álbumes.

Blueberry, por otra parte, volvió rápidamente a la acción. Primero en Marshal Blueberry, dibujado por William Vance con guiones de Giraud (dos álbumes publicados y un tercero se publicará próximamente), y después en Arizona Love, títulos publicados en Francia inicialmente por Alpen y recuperados después por Dargaud. En español, los editores de Blueberry han sido siempre Grijalbo Dargaud y Júnior (Grijalbo Mondadori, S.A.).





TÍTULOS PUBLICADOS

BLUEBERRY
Charlier-Giraud

Fort Navajo
Tormenta en el Oeste
Águila solitaria
El jinete perdido
La pista de los navajos
El hombre de la estrella de plata
El caballo de hierro
El hombre del puño de acero
La pista de los sioux
El general «Cabellos Rubios»
La mina del alemán perdido
El fantasma de las balas de oro
Chihuahua Pearl
El hombre que valía 500.000 $
Balada por un ataúd
Fuera de la ley
Ángel Face
Nariz rota
La larga marcha
La tribu fantasma
La última carta El final del camino
Arizona Love 
Mister Blueberry


LA JUVENTUD DE BLUEBERRY
Charlier-Giraud

La juventud de Blueberry
Un yankee llamado Blueberry
Jinete azul
Charlier-Wilson
Los demonios de Missouri
Terror sobre Kansas
El raid infernal
Corteggiani-Wilson
Persecución implacable
Tres hombres para Atlanta
El precio de la sangre

MARSHAL BLUEBERRY
Vance-Giraud

Por orden de Washington
 Misión Sherman




BLUEBERRY:
ALGUNAS REFERENCIAS EN UN PAISAJE DENSO

Hace más de treinta años que Blueberry pasea su físico hirsuto por el paisaje del cómic francés, y casi los mismos que galopa a su cabeza, convertido en fenómeno editorial y héroe mítico a la vez.
En su país de origen, la serie inició su carrera en el número de la revista Pilote fechado el 31 de octubre de 1963. Nació de la colaboración entre Jean-Michel Charlier en el guión —redactor en jefe con Rene Goscinny del Journal d'Astérix et d'Obélix y muy conocido por las numerosas series que animaba (entre las que cabe destacar Tanguy y Laverdure y Buck Danny)— y, en los dibujos, un joven autor de apenas 25 años que había sido alumno de Jijé (Joseph Gillain), el creador de Jerry Spring: Jean Giraud.

Fort Navajo (título original de la serie) sedujo rápidamente a los lectores, y Mike Steve Blueberry, su héroe, se convirtió en uno de los pilares del semanario. El ritmo era intenso: dos láminas en color cada semana, un trabajo de titanes habida cuenta  de  la complejidad de los dibujos de Giraud, que,  por otra parte,  con  el paso de los años no dejaron de ganar en riqueza, en sofisticación y en originalidad. Paralelamente a la publicación de la serie en la revista, el desarrollo cada vez más importante, a lo largo de los años sesenta, de la edición de cómics en cartoné no hizo más que consagrar en las librerías el éxito de Blueberry. Poco a poco, la serie se convirtió en uno de los pesos pesados del género.

El trabajo conjunto de Jean Giraud y Jean-Michel Charlier continuó así, con una cadencia muy intensa, durante una decena de años (entre 1965 y 1975 se publicaron más de quince álbumes, de Fort Navajo a Ángel Face, al ritmo de uno y, a veces, dos cada año), hasta mediados de los años setenta.

Era la época de la aparición en Francia de lo que pronto se llamó el cómic «para adultos», o el cómic «de autor». Las estructuras editoriales tradicionales, mal preparadas para acoger esta nueva tendencia, vieron desertar a buen número de sus jóvenes talentos. Charlier, formado en la escuela clásica del cómic para jóvenes, no participó en esta (r)evolución. Pero Giraud no se quedó a un lado. En 1975 abandonó Pilote y a su editor, Dargaud, para fundar una nueva revista, Metal Hurlant, y una nueva editorial, Les Humanoides Associés, donde desarrollaría la obra de su alter ego, Moebius, esbozada desde 1973 a través de algunas historias (entre ellas La déviation) publicadas en Pilote. Este gran giro en la carrera de Giraud marcó simultáneamente la interrupción provisional de Blueberry. El personaje volvió a la acción a partir de 1979, en dos direcciones a la vez. En efecto, antes de que Giraud «abandonase» temporalmente al teniente, Charlier y él habían publicado en 1975 un «álbum flash back» que exploraba la biografía de Blueberry en su juventud, en particular durante la Guerra de Secesión americana: La juventud de Blueberry. Bien acogida, esta historia daría lugar a una nueva



 «rama» de la saga de Blueberry. Dargaud publicaría en 1979 dos nuevos álbumes firmados Charlier-Giraud, Un yankee llamado Blueberry y Jinete azul, que desarrollarían una serie distinta cuyo título genérico iba a quedar ya fijado como La juventud de Blueberry. Al año siguiente, en 1980, la «serie madre» se enriqueció con un nuevo episodio, Nariz rota. Pero aunque se relanzaron las aventuras de Blueberry, nunca volvieron a alcanzar el ritmo que llevaban al principio. Entre 1980 (La larga marcha) y 1986 (Al final del camino) se publicaron cuatro aventuras de Blueberry. En esa época, el mismo editor, en la misma  colección, recuperó también La juventud de Blueberry. Pero ahí también hubo cambios: Giraud, que ya no podía plantarle cara solo, delegó sus lápices en un joven dibujante neozelandés, Colin Wilson, que a partir del cuarto    episodio (Los demonios de Missouri, 1985) animó gráficamente, con total autonomía, La juventud..., de cuyos guiones se encargó Charlier (tres álbumes) y después, tras su fallecimiento, Francois Corteggiani (tres álbumes). Para acabar con lo referente a La juventud..., observemos que esta serie, tras un breve paso por Alpen, en 1993 volvió a estar bajo el sello de Dargaud. ¿Qué había pasado con la «rama principal» durante ese tiempo? Ninguna novedad al respecto, pues Jean-Michel Charlier, creador «histórico» de la serie, había muerto el 10 de julio de 1989 mientras trabajaba en el guión de una nueva aventura de Blueberry, Arizona Love. Hubo que esperar al año siguiente, cuatro años después de Al final del camino, para que por fin se publicara ese álbum medio postumo: Jean reanudó el trabajo donde Jean-Michel lo había dejado, en la lámina 22, y terminó el álbum él solo.

Y empezó otra larga espera para la «serie madre» y para sus numerosos lectores hasta que, en 1995, Jean Giraud, esta vez llevando el mando en solitario, dio, por fin, con Mister Blueberry, una nueva prolongación de las aventuras de su héroe.

Sin embargo, no hemos de olvidar que la actividad de Blueberry no se ha detenido totalmente a lo largo de los últimos cinco años, pues durante ese tiempo ha aparecido una nueva «rama»  de la saga que se sitúa cronológicamente en la biografía (por encargo)  de Blueberry  entre El general «Cabellos Rubios» y La mina del alemán perdido, es decir, en el curso del invierno de 1868 y de los primeros meses de 1869. Publicada por Alpen  y  después por Dargaud, su guión es de Giraud, y sus ilustraciones de William Vance, el autor de XIII: es Marshal Blueberry, con dos álbumes publicados, Por orden de Washington (1991), y Misión Sherman (1993), y un tercero en preparación (Frontiére sanglante).

Y puesto que hablamos del futuro, hay que decir finalmente que tras la clausura de la trilogía Marshal aparecerá otra serie paralela: Blueberry 1900, que, como su título indica, contará las nuevas aventuras del personaje (considerablemente envejecido) durante el nacimiento
del siglo XX. Su creación ya está en marcha, puesto que ya está completamente acabado un primer guión, escrito por Jean Giraud.



MISTER BLUEBERRY
Jean Giraud y Jean-Michel Charlier

!Cinco años sin una sola señal de vida de Blueberry! Cinco años transcurridos desde que lo vimos alejarse lentamente por un paisaje sin fin, solitario, volviendo la espalda a la mujer que no había conseguido retener: Chihuahua Pearl. Era el año 1990. Era Arizona Love, que, por primera vez, obligaba a Jean Giraud a decidir sobre el destino de Mike sin su cómplice de siempre, Jean-Michel Charlier, fallecido el año anterior.

Pero, en el fondo, suponíamos que si el ex teniente del ejército de los Estados Unidos se había retirado, era para preparar mejor su retorno. Teníamos razón. Han pasado siete años, allá en el Oeste, cuando la silueta inimitable reaparece en un papel y unas circunstancias cuando menos... imprevisibles. ¡Y aquí tenemos Mister Blueberry, 24.° volumen de las aventuras de un héroe verdaderamente diferente de los demás, y al mando de este nuevo episodio que se abre paso entre los grandes mitos del western, esta vez Jean Giraud solo, imperial, impresionante! Julio de 1881. Dos hombres del Este se apean del tren en la estación de Tucson, Arizona. Un coche los espera para llevarlos a Tombstone, a dos días de viaje. Curioso destino, Tombstone, para dos gentlemen en la que, sin ninguna duda, es su primera incursión en «ese país de salvajes». Con el desarrollo de las minas de plata vecinas, esa ciudad ha conseguido, en sólo unos años, la reputación de ser la más peligrosa de los Estados Unidos, y atrae una impresionante nube de truhanes, aventureros, prostitutas y otra gente por el estilo. La reciente llegada a Tombstone de un nuevo sheriff, un tal Wyatt Earp, no podrá cambiar nada... Pero los dos viajeros no se dirigen a Tombstone en busca de dinero, ni de mujeres, ni siquiera de aventuras. Van a buscar a un hombre: se llama Blueberry y, según dicen, se juega verdaderas fortunas en las mesas de póquer del Dunhill, el saloon más caliente de la ciudad...

FICHA TÉCNICA Título: Mister Blueberry Colección: Blueberry Guión: Gir Ilustraciones: Gir Traducción: Christina F. Andrade Formato: 22 x 29,5 cm Páginas: 48 Encuademación: Cartoné



Dossier de prensa distribuido en el Salon del Comic de Barcelona en 1995


Firmado Mister J. por J. Fernandez

Bajo el gran sol negro

ROCKY
Jaime Hernández. Fulgencio Pimentel. 48 páginas. 16,15 euros. 


'Rocky' recopila una serie de historietas procedentes de Los primeros números de La revista 'Love & Rockets' firmadas por Jaime Hernández



Lo bueno de ser editor en un mercado deficiente es que, a poco que uno se esfuerce, los resultados saltan a la vista. Hablando específicamente de traducciones -y dejando de lado el mercado de los superhéroes, donde está todo el pescado vendido-, basta con estar suscrito a la newsletter de Fantagraphics y darle un par de repasos a su fondo todos los meses para confeccionar un catálogo a la medida. Eso sí, hay que darse prisa porque esto ya no es como hace 20 años, ahora está todo el mundo al loro. (Abro un paréntesis para pedir un aplauso sincero para esos locos que todavía se atreven a publicar tebeo patrio.)

Y claro está que Fantagraphics hace su trabajo mejor que nadie, y a uno le encanta que se traduzcan sus títulos -ya puestos aprovecho para sugerir que alguien se anime con Supermen! The First Wave of ComicBook Héroes 1936-1941, recopilación de historietas de Lou Fine, Jack Cole, Basil Wolverton,Bill Everet... ¿Que mas se puede pedir?-, pero también se añora un poco de riesgo e imaginación por parte de los editores. De esto último ha hecho precisamente gala -otra vez- Fulgencio

La historia de Penny Century sirvió de inspiración a 'Rocky'.

Pimentel, a quien se le ha ocurrido ahora recopilar en tomo la serie Rocky, un pequeño conjunto de historietas cortas de los primeros números de la mítica revista Love & Rockets, firmadas por el siempre excelente Jaime Hernández. Nunca antes habían sido editadas de manera exenta, así que no lo encontrarán -aún- en el catálogo de la citada editorial de Seattle, y es que lo que tenemos aquí es algo así como una primicia mundial. Lo que yo decía, imaginación.

Con su toque futurista y sus gotas de culebrón, Rocky es un divertimento de estos que siempre han poblado el universo de los Hernández, protagonizado por una chica negra llamada Rocky y su robot Patoso. "La primera historia de Rocky la cogí de otra historia de Penny Century que había hecho algunas años antes para el pequeño fanzine impreso que hacía un tipo... Fue antes de Love & Rockets", explica el propio Hernández en la entrevista que nos regalan Alberto García Marcos y César Sánchez al comienzo del volumen. "En seguida se convirtió en un miembro permanente de un grupo de superhéroes en el que estaba trabajando. En la época en la que apareció Love & Rockets yo ya estaba en lo punk y no estaba por la labor de tomarme los superhéroes muy en serio. Pero me seguía gustando el dibujo de aquella chica".

Para el que conoce Locas, la esplendorosa obra en marcha de Jaime Hernández, Rocky trae el aroma de los viejos tiempos de Mechanics, cuando el personaje de Hopey no estaba aún tan desarrollado, el tono general bebía de la ciencia ficción y Maggie trabajaba arreglando cohetes. Los guiones tienen el mismo desenfado de entonces, ese encanto sencillo e inexplicable, y el dibujo aún no posee la claridad y la contundencia de las etapas más maduras de Locas, pero es tan delicioso como cabe esperar del maestro. Aclara Hernández que estas historietas fueron un receso en el trabajo de Locas, y que le gustaría que significasen eso mismo para el lector: un descanso. Ya aviso que sienta mucho mejor que dormir la siesta.





El placer es nuestro


SEXO MAJARA
Robert Crumb. La Cúpula. 84 páginas. 15 euros.

¿ Continuando con '   su sabia, necesaria y nunca suficientemente loada recopilación ¡¡ de las historietas y dibujitos de Robert Crumb, La Cúpula acaba de lanzar Sexo majara, pequeño, sabroso y cachondo libro que recopila historietas y dibujitos porno realizadas por el genio de Filadelfia allá por finales de la década de 1960. Tal como nos informa Rubén Lardín en su estupenda introducción: "Las páginas aquí reunidas proceden, en su mayor parte, de los tres únicos números que conoció Snatch Comics, una publicación nacida en 1968 donde confluyeron artistas como S. Clay Wilson, Spain Rodríguez, Robert Williams o Rory Hayes, todos operando bajo la batuta de Don Donahue, estandarte del cómic underground norteamericano".


'Snatch Comics' editó tres números.

A todo color van diversas portadas, y a blanco y negro ilustraciones e historietas de una sola página, algunas splash pages -nunca mejor dicho- y dos o tres cómics un poco más largos, como los muy célebres La lucha, que narra con pelos, sudor y saliva la carnal pelea callejera de una rubia y una negra voluptuosas, o Las aventuras de Napio Polla, que comienza con el susodicho -que, no podía ser de otro modo, tiene un miembro viril en medio de la cara- huyendo de una jovencita que le persigue al grito de "¡Venga, Napio, deja que te suene la nariz!". El acólito del artista reconocerá la mayoría de este contenido, pero resulta realmente emocionante verlo todo recopilado en un mismo volumen, y su gozosa lectura nos devuelve la esencia del mejor Crumb, aquel legendario dibujante de La familia que se acuesta unida ¡permanece unida!, ¡Arnold, estás babeando! y Orgasmo sobre hielo.
Dice Lardín en su prólogo que "Sexo majara es lo que se llama pornografía digna. Primero hace mucha risa, y luego, si el lector no se ha dejado contaminar por los estándares y ha sabido conservar su vigor, pone. Sobre todo, contento". Yo añado que es también un tebeo educativo, que nos recuerda verdades sencillas y naturales, pero no por ello menos sustanciales. A saber: "Tú tienes la salchicha, ella tiene el bollo, ¡júntalos y diviértete!".




El corazón de la maravilla

LA COLMENA
Charles Burns. Mondadori. 64 páginas. 17'90 euros.

La estremecedora trilogía comenzada con Tóxico continúa camino en La colmena, una nueva obra maestra de ese genio indie llamado Charles Burns, una especie de Neil Young de las viñetas. A la miríada de referentes habituales del autor, se suman en esta ocasión los motivos del cómic romántico estadounidense, con un tierno aroma a lo Romita regurgitado con la fiereza y la densidad habituales en Burns. El territorio de La colmena vuelve a ser una pesadilla, y la página se llena otra vez de seres grotescos, máscaras adolescentes y heridas abiertas, pero también de esa rara ternura y de la extravagante belleza de la que sólo es capaz el autor de Agujero negro. El libro es un intenso retrato emocional y un viaje al corazón de la maravilla, y deja al lector deseando tener entre las manos la siguiente etapa de esta historia soberbia.

  Los porqués del vengador


EL RAYO MORTAL
Daniel Clowes. Mondadori. 56 páginas. 17'90 euros.

Todo el mundo sabe -y el que no, no se entera de nada- que Daniel Clowes es uno de los mejores historietistas vivos. Su irrupción en la escena estadounidense, allá por los años 80, fue un seísmo que modificó para siempre la orografía del tebeo independiente y hasta la del dependiente. Y ahora, cuando el mundo ha sucumbido de nuevo al influjo de los superhéroes -como ya sucediera hace siete décadas, en época de guerra-, Clowes se marca una novela gráfica que es una lectura avanzada sobre los vengadores enmascarados y sus motivaciones. Desde el Foolkiller de Gerber no recuerdo un tebeo del género tan excitante y certero, y antes de éste quizá haya que remontarse al propio Ditko. El rayo mortal es una virguería de principio a fin.

Publicado en el periodico Malaga Hoy, sabado 21 de septiembre de 2013
 firmadomisterj.blogspot.com

lunes, 23 de septiembre de 2013

Jeremiah por Hermann


 Desde el año 1979 la serie de cómics "Jeremiah" pertenecía en cuerpo y alma a Hermann Huppen (su creador), es decir, realizaba el dibujo y el guión y tan solo unos años después del comienzo de la serie, ésta me poseyó a mi. Un autor sin descanso (vease la ficha en Wikipedia: aquí) que en esta serie en particular despliega una realidad aplastante de la sociedad, después al leer el resto de su obra la cosa no difiere mucho, pero ésta fue la primera que leí y me enganchó, yo era prácticamente un niño, y los futuros apocalípticos con un personaje adjunto como Kurdy Malloy casi era como un canto de sirena. Transcurrido el tiempo conseguí parte de la colección (hay 27 historietas), de los dos primeros ejemplares, como un mal místico, cada vez que los consigo, los pierdo (sufro algunos casos así con diversas historietas, algo digno de estudio esoterico). En cualquier caso, estas son las portadas de las historietas que tengo de Jeremiah, los personajes son casi como de la familia.















domingo, 22 de septiembre de 2013

Y EL COMIC, ¿QUE DICE?

 por Joan-Josep TP. BIGART

Indiscutiblemente no queda otra opción que aceptar que estamos en la era (¿época?) de la imagen. Además, ya hace tiempo. No es nuevo. Sólo basta experimentar la extraña sensación de que ya somos exclusivamente imágenes, o que eso es realmente lo que importa. La medida auténtica de las cosas parece que exclusivamente reside en su aspecto superficial, de que no va más allá de lo que aparentan. No importa si alguien cree tener soluciones para el desarme o si hay quien es capaz de presentar una sólida crítica a la Sociobiología. Lo más interesante (que no lo único) en estos momentos es si el crítico a la Sociobiología lleva los pantalones pinzados o si el poseedor de una solución para el desarme lleva el adecuado corte de pelo. Y es que en el fondo todo esto está bien porque probablemente el crítico a los postulados sociobiológicos no sería más que otro paridor de constructos hipotéticos que no nos llevarían a ninguna parte. Como siempre. Y el "desarmador" un pre-político ávido de publicidad. Una pena.

Lo importante de una hamburguesa es su aspecto, no cómo sabe. Muchos pastelitos (de edulcorantes varios) son un alarde de abigarramiento psicodélico, hasta el punto de que sabe mal abrirlos para comerlos. Sé de quien compra libros por la presentación. Los hay que son extrovertidos porque son altos. Así, lo mejor que puede hacerse es comportarse de modo acorde con la propia imagen que nos hayamos construido.

Es diferente ser rocker que ir de rocker. Ser marinero de Cadaqués que hacérselo de "havaneres". Aquí, aquí es donde se puede ver hasta qué extremo uno es capaz de llegar en la propia creación de su imagen. Pero no voy a hablar ni de semiótica ni de iconos ni de grafos, que para eso están los expertos si es que están. No. Simplemente voy a fijarme en el tipo ese del fondo, el del vistoso jersey negro con marca amarilla que consume un quinto. Parece un tipo consecuente con lo que hace porque ha tenido las suficientes agallas como para no dejar propina. No como yo.




Por su parte, el camarero sigue inquieto ya que el tipo en cuestión lleva más de cuatro horas ocupando la misma mesa, mesa de cuatro además, sin siquiera repetir consumición.
Lo cierto, es que el chico, porque es un chico, llama más la atención que esas odiosas máquinas tragaperras, no porque se dedique a tragar perras sino porque no suelta un duro, y además es uno de esos llamativos devoradores de cómics. De cómics. A eso voy precisamente.

A partir de ahora voy a llamarle David por la sencilla razón de que en su cuaderno de Fisicaquímica de estudiante he visto que se llama Ignacio y no me gusta.
Es fantástico. (No hace más que repetir David ante la lectura de su nueva adquisición).
El color parece pobre —sigue el camarero que se las da de entendido en cómics, entre otras cosas porque lo es. Tanto, que es capaz de distinguir a Snoopy de Valentina en no más de veinte segundos—.
Es fantástico.
No sé chico, a mí el que más me gusta es ese dibujante... ¿Cómo se llama?... sí hombre, el que hace esas tías y esos monstruos en las portadas.
Por lo que me dice, hay miles de esos.
Desde luego, el camarero empieza a estar preocupado porque su reputación empieza a venirse abajo con tanto razonamiento dubitativo. Por otra parte, David, sin quererlo seguramente, ha dicho algo con lo que estoy plenamente de acuerdo: ¿Cuántas portadas habré visto con el héroe autosuficiente salvando sagazmente a la idiota-imbécil chica que no tiene nada mejor (nada más) que hacer que mostrar su feliz cuerpo?
Pues es uno —insiste el camarero— que pinta genial.
¿Sí? Debe ser alucinante. Pero lo dudo. Usted tiene gustos muy raros. No entiende mucho de estas cosas, me parece...
¡ ¡ ¡Ya salió el enterao!!!
Efectivamente, el camarero se ha ofendido, y no es para menos. Qué más da que uno no sepa de cómics o de otras Artes, no por ello debe impedírsele su opinión. De verdad que me gustaría meterme en la discusión, pero a un guionista no se le tomaría mucho en consideración. O al menos no tanto como a un dibujante (¿Cuántos libros de guionistas,ilustrados por diversos dibujantes ocupan el mercado? Pregunto).
No se ofenda hombre. Tiene razón en lo de que estamos en un gran momento del cómic.
Y lo que vendrá, chaval.
Eso digo yo. Puede ser demasiado pal cuerpo. Por una vez parece que estamos de cuerdo en algo.
Por cierto, ¿no te entra sed de tanto hablar?
A eso le llamo yo Psicología del Bar. Pero me callo, el tema iniciado parece que promete...
Creo que las nuevas técnicas —insiste David, haciendo caso omiso
de la oferta refrescante del camarero— ofrecen un amplio panorama a los autores, tanto a los consagrados como a los nuevos valores...

Parece que hoy es el día. Lo digo porque en estos instantes entra "El Rima". No se trata de un "camello" o un delincuente. Es poeta. Para muchos es lo mismo, pero ya haré la distinción, hagámosla, que todos sabemos que hay entre un poeta y un delincuente.

El Rima es místico, pero habla bastante cuando empiezan los efectos etílicos. Se dirije hacia el camarero para pedir su absenta de las nueve menos diez, seguramente, sin saber que empieza a meterse en una discusión sobre lo que en una conferencia oficial sería "Aspectos varios sobre el cómic y su incidencia en la renovación de este medio a través de una perspectiva icónico-crítica con metodología de análisis libre".

Me permito recordarte —alza la voz el camarero pensando que está en posesión de una idea Universal, de esas que no sólo hacen época sino que erigen monumentos— que antes surgían genios de la pintura, de la música, del Arte con mayúscula. Ahora no salen genios, qué va.
Una absenta, por favor. (Lo dicho, El Rima se ha metido de lleno).
Eso no es cierto —dice David con aspecto más hipertenso—. La renovación del cómic, fíjese lo que le digo, la re-no-va-ción del cómic no ha hecho más que empezar. De genios haberlos haylos. Ocurre que ahora es todo como más popular. Hay más gente. Leonardo da Vinci tenía la competencia de Miguel Ángel y poco más. Un dibujante de ahora tiene muchos seguidores. Escuelas enteras lo analizan.
Todo posee un principio, un centro y un final.
Realmente la incursión de El Rima ha sido de lo más desafortunada que hay por estos alrededores. Ninguno sabe lo que ha querido decir con ese aforismo.
¿Perdón? —laconizan David y el camarero al unísono.
Estamos, somos Naturaleza, amigos —prosigue El Rima que ya no hay quien le detenga a pesar de no haber ni olido la absenta—. No sé si sabréis que para que exista una evolución debe haber una regresión inicial. La Naturaleza funciona así. Metaforizando: si estamos en el número 4 y queremos pasar al 5 debemos retroceder al 3 para llegar al 5 con éxito. Es lo que los franceses denominan "reculer pour mieux sauter", oséase "retroceder para saltar mejor". Toda evolución se rige por este principio. Y el Arte no es menos. Si a ello añadimos una homogeneidad de conceptos y de ideas, llegamos a la conclusión de que el cómic actualmente está en una fase de estabilización.
Pero muchas historias no dicen nada. ¿Qué dice el cómic? Muchas veces no entiendo más que el dibujo —apunta el camarero—.
El camarero, el hombre, ha estado realmente acertado. Eso mismo pienso yo. Es más estoy considerando la posibilidad de hacerme camarero. No sabía que pudiera llegarse a estas conclusiones estando ocupado con el servicio de mesa.
¡Precisamente por ello! Estamos atravesando, no un vacío o una crisis de ideas y de guiones. Estamos en fase de evolución. Lo que parece mediocre, los cómics aburridos que nos invaden, no son más que una carrerilla que nos conducirá a "saltar mejor"...
Todo lo que usted quiera. Pero ocurre que hay muy pocos buenos guiones. Yo es que últimamente me aburro mucho. Y no sólo con los cómics. También con los vídeo-clips, el cine... ¡TODO!
Debemos tener paciencia. De momento el cómic, el cine, el teatro... tienen la ventaja de la imagen. Una novela mala no tiene ninguna salida —insiste El Rima—.
Eso es cierto —dice David que empieza a tener sed, pero se aguanta—. Hoy lo que vende es la imagen. El dibujo. Si una historia está bien dibujada entonces nos la leemos, que no a la inversa.
Algo es algo —apunta el poeta pensando en la absenta que no viene—.
Claro. Imagínense que todos los cómics fueran excelentes. Sería como tomar mal el champán. El champán tomado a diario se convierte poco más que en gaseosa.

¡ ¡Dios mío!! ¡ ¡Lo que hay que oír!! Empiezan los mecanismos de defensa del frustrado. Ya esto empieza a ser delirante. No me extraña. Últimamente vengo observando que muchos se autoconvencen, e incluso se establecen en grupos para resignarse a lo que hay. Pienso que este es el mayor error del cómic actual que se proyecta hacia el futuro. Y, particularmente, si hay un predominio de mediocridad de ideas lo atribuyo no a un "mieux sauter" sino a un "mieux nous résigner". Efectivamente, si existe una descompensación alarmante entre guión y dibujo en la mayoría de las historias mejor será pensar en que la mayoría se resigna a no solventar el problema porque el aspecto (dibujo) del cómic es lo que hace vender. Sencillamente porque así lo han querido los editores.

La renovación en la que tantas esperanzas se han puesto debe empezar más en un post-mentalismo que exclusivamente en un post-modernismo. (Puestos a catalogar conceptos para entendernos). De todas formas no sé si aquí en este Bar de moscas educadas (todavía no me han molestado, todo hay que decirlo) estamos ya todos delirando; excepto el borracho de la barra que entona el Asturias patria querida con total convicción, aunque mal.

Fíjense amigos —ataca el poeta—, la poesía y el cómic subsisten a pesar de no estar apoyados por la publicidad. Esto es verdaderamente significativo. ¿No les parece?
Sí.
Cierto, cierto...
Pues démosle un voto de confianza al cómic, si bien todo lo que hay no es únicamente mediocre.
Sí.
Cierto, cierto...
Pues mientras le damos un voto de confianza, me podría servir la absenta, digo yo...
No obstante —salta el camarero, cosa que me extraña debido a que no hace más de diez minutos intentaba sacarle otro quinto a David, y el poeta no hace más que reivindicar su absenta de las nueve menos diez, a pesar de que ya son las nueve y algo— insisto en que lo más importante actualmente es la imagen. No importa mucho lo que se diga.
Pero es que yo alucino —es David— con esta historia, por ejemplo. No dice nada pero es un orgasmo visual. Mira, mira...
Eso es lo que mantiene el cómic actualmente —es el poeta—.
Algo es algo —llega a la conclusión el camarero—.
Menos da una absenta —insiste El Rimas—.

Parece que no tienen ganas de proseguir. David que ya tiene más que suficiente alucinando con los dibujos y le importa poco si le dicen algo las historias o no. El camarero que ya no da para más porque no ve ni a Snoopy ni a Valentina por ninguna parte de los cómics de David y no puede alardear de su rapidez discriminativa entre ambos personajes. Y el poeta que no resiste un minuto más sin su absenta. Es probable que más tarde, una vez absentado, reinicie el análisis crítico-esperanzador que tanta falta nos hace. De momento es suficiente, y ello coincide curiosamente con el inicio del partido de fútbol que dan por el televisor. No obstante, como simples lectores no pueden más que elucubrar o predecir. Otra cosa sería si fueran editores.
Y es que es eso. Si a uno le preguntan por la renovación, los nuevos enfoques y perspectivas del cómic sólo se le ocurre decir: esperemos a ver. Aunque esto no diga nada. Como mucho del cómic que se hace actualmente.

De momento, bastantes empiezan a estar hartos de que el cómic (y otros mass media) generalmente no diga nada, de que se apunte al "no sabe/no contesta". Que todo nos sugiera historias ya hechas, retomadas. Que sólo se aprecie el dibujo o la imagen. Y que encima uno(a) tenga que leerse un cómic tomándose una hamburguesa porque es la imagen que ahora se lleva.
Pero lo peor de todo esto es que además se me ha enfriado el café y ya nos han metido un gol.

Neuroptica 3. Estudios sobre el comic. Septiembre 1985