jueves, 30 de enero de 2014

Las 24 horas de Bande Desineé: obras

Por el heraldo de Melkart.

Todos los años se convoca el 28 de enero las 24 horas de banda desineé (cómic en francés) que consiste en hacer un cómic en 24 horas, a ser posible de 24 páginas. Algunos autores se graban en directo durante la realización del cómic. Scott McCloud participó un año.



Todas las obras que se han realizado para la última edición están disponibles en el siguiente enlace:

http://www.24hdelabandedessinee.com/spip/spip.php?page=liste&lang=es


miércoles, 15 de enero de 2014

CONAN Y BELIT: SANGRE, DOLOR Y MUERTE (III)


 En este tercer volumen termina ya la saga. John Buscema y Ernie Chan dibujaron todas las historias que en él se incluyen, y también buena parte de las cubiertas.

En la portada del nº 89, dibujada seguramente por Buscema y Chan, Conan ataca, de nuevo con una imaginaria hacha de guerra que no es vista en la historia, a un monstruo prehumano, una gigantesca serpiente de cabeza antropomorfa, que ha intentado matarlo siguiendo la callada orden de su amo, el archifamoso hechicero Thoth-Amon, el mayor de los enemigos de Conan. El mismo rostro del mago se cierne, amenazador, sobre el bárbaro cimmerio. El encuentro -aunque sea imposible adivinarlo a partir de la ilustración de la cubierta- tiene lugar en las catacumbas de Luxur, la capital de Estigia. Un intento de Thoth-Amon de impedir que Conan, Bélit y Zula abandonen con vida el Reino de la Serpiente.

La portada del nº 90 parece haber sido abocetada, al menos, por Buscema. En ella, Conan y Bélit, perdidos por una caverna a la que han caído a causa de un terremoto -y, con ellos, Zula y varios estigios que no aparecen en la ilustración- miran ingenuamente a los murciélagos que penden del techo, mientras, a sus espaldas, una criatura monstruosa, un ente prehumano, nacido en una era lejana, extiende la mano hacia ellos. Una situación algo distinta se encuentra en la historieta: en ella, los porteadores estigios son los primeros en ver al monstruo y ponen a Conan y Bélit sobre aviso. No por ello, sin embargo, escaparán más fácilmente del que, al parecer, fue rey en una civilización de gigantes extinguida hace tiempo.

Probablemente, John Buscema abocetó la cubierta del nº 91, pero no parece que el entintado sea de Ernie Chan. Entre todas las escenas de este apretado número -en el que Bélit baila por segunda vez su danza de amor, M'Gora vuelve al Tigresa tras haber espiado en Asgalun, y al fin marchan todos a esta última ciudad y son capturados por los estigios a causa de una insólita traición- se eligió para la portada el momento en que M'Gora, al regresar al barco pirata, es atacado por un grupo de ratas gigantes, y Conan, Bélit y otros corren a la playa para defenderle. El dibujante logra que las ratas nos parezcan casi tan repugnantes como al pobre M'Gora.

En la portada del nº 93, dibujada por John Buscema y Ernie Chan, contemplamos una escena que tal vez Bélit soñó, pero que no llega a materializarse: la pirata, coronada reina de la antigua ciudad de Asgalun, en la que hace veinte años había reinado su padre. El traidor Nim-Karrak, detrás de una columna, empuña su daga, dispuesto a matarla. Conan, con gesto solemne, indica con un ademán -suponemos que ante el pueblo- quién es la nueva reina de la ciudad, y ni él ni Zula se percatan del peligro que acecha a la recién coronada soberana. Algo muy distinto sucede en el comic: Nim-Karrak trata de apuñalar a Bélit por la espalda, sí, pero al aire libre, y sin que ésta haya sido coronada.

En la portada del nº 94, Conan y Bélit se encaraman a un risco, donde les espera el que será uno de los últimos y mayores enemigos de ésta: Ajaga, el elegido del dios Jhebbal Sag, capaz de hablar con las bestias y de darles órdenes, que ha empezado a construir un siniestro imperio en la Costa Negra. Unos babuinos a las órdenes de Ajaga les atacan, igual que sucede en el comic. Y huelga decir que Ajaga ganará esta primera batalla, aunque poco le durará la alegría.

 La portada del nº 95 está quizás entintada por la misma mano que la del 91. Conan, que ha logrado escapar por muy poco de Ajaga -el cual, sin embargo, ha hecho prisionera a Bélit- intenta volver a la ciudad del señor de las bestias, Abombi, y derrotarle. Entre las muchas vicisitudes que tiene que sufrir, se enfrenta a un extraño monstruo reptilesco. Le vemos en plena pelea en esta cubierta. Antes de enfrentarse al cimmerio, el monstruo hiere de muerte al anciano hechicero G'Chambi, quien, en su agonía, enseña a Conan a trazar el signo de Jhebbal Sag, que le protegerá en adelante de las bestias que sirven a Ajaga.

En la magnífica portada del nº 96, quizá dibujada por John Buscema, Conan camina por la selva acompañado por el león negro Sholo, que había servido al primer Amra y que ahora servirá al segundo hasta la muerte. Sin embargo, a pesar de las apariencias, Conan no puede confiar en su fiel león, pues éste podría caer, en cualquier momento, víctima del hechizo de Ajaga. Al final, se separarán, y Conan será hecho prisionero por el malévolo señor de las bestias, que quiere ofrecerle en sacrificio a su dios tutelar.

En el n 97, se invierten las tornas: esta vez, es Conan quien está atado, como un cordero listo para el sacrificio, y Bélit corre a rescatarlo. Lo mismo sucede en el comic correspondiente: Bélit, con la ayuda del león Sholo, logra liberar a Conan, y juntos derrotan a Ajaga. Derrotado su principal rival, parece que Bélit podría llegar a conquistar, con el tiempo, un pequeño imperio en la Costa
Negra. Pero ya se sabe que, a menudo, Las apariencias son engañosas. En realidad, la gran aventura de Bélit se acerca a su fin. El dibujo de la cubierta parece ser también de John Buscema.

El nº 98 vuelve sobre un tema que Thomas ya había tocado en el nº 69: las criaturas malignas que, en la imaginería propia de los relatos de fantasía heroica, moran en las profundidades del océano. Esta vez se trata de una extraña y bella mujer azul, la misma que John Buscema retrata acertadamente en la cubierta, sentada al parecer sobre las aguas, al lado de un tiburón que deja
ver tan sólo su amenazadora aleta. Conan parece asustado, y apenas sí saca del agua la mano con la que sostiene un puñal, dispuesto a defenderse. El tiburón es en realidad un elemento secundario, que no aparece en la historia. La joven seduce, como una sirena, a los hombres con sus extraños cánticos, que sólo puede oír aquél al que ella elige. Después los ahoga, literalmente, con su beso. Sólo el grito desesperado de Bélit salva a Conan del hechizo en el que el canto de la muchacha lo había sumido; diríase que la cubierta representa el momento en que acaba de salir de su trance, y se dispone a enfrentarse a la criatura marina. El que sólo el amor de Bélit salve a Conan de la muerte a manos de esta especie de bruja del mar nos muestra el lado más humano, e incluso frágil, de ambos personajes.

En la cubierta del nº 99 podemos ver a unos extraños seres, quizá algo extraños al universo howardiano, pero que Thomas y Buscema (este último es, de nuevo, el autor de la cubierta) introducen con notable habilidad: los hombres-cangrejo. Bélit se deja llevar por su obcecación en este episodio, y quizá por eso la vemos algo alejada de Conan, enfrentándose más directamente a los monstruos, que se han hecho con un extraño tesoro por el que ella parece estar dispuesta a morir. Por culpa suya, Conan, unos marinos argoseos que han rescatado y ella misma se verán muy cerca de la muerte.

Por fin, en el último número de la saga, el 100, aquél en el que Bélit muere, John Buscema y Ernie Chan nos retratan a un Conan hercúleo que sostiene en brazos, con gesto de desesperación, el cadáver de su amada pirata. A sus pies se amontonan las riquezas que han encontrado en una extraña ciudad fantasma, en el interior de las tierras negras, tras remontar el enlodado río Zarkheba.

Aluden quizá a la locura final que arrastra a la Reina de la Costa Negra que, por hacerse con un gran tesoro, pone en peligro a toda su tripulación y llega a sacrificar deliberadamente a algunos de sus hombres. Su desatino la llevará a la muerte, y, sin embargo, aun en el más allá, no olvidará su amor por Conan; como todo buen seguidor del personaje sabe, la pirata vuelve en espíritu para
ayudar al cimmerio en su batalla final contra el monstruo que, poco antes, la ha asesinado a ella misma.
J. J. M.















Cubiertas pertenecientes a la colección Conan the Barbarian números 89 al 91 (VIII/78-X/78) y 93 al 100 (XII/78-VII/79).




Perteneciente a la publicación CONAN Y BELIT ESPECIAL PORTADAS publicada por Comic Forum en octubre 1995.

martes, 14 de enero de 2014

CONAN Y BELIT: POR TIERRAS DE ESTIGIA (II)


 Los episodios reunidos en este volumen forman como una «saga dentro de la saga»: el largo viaje de Conan y Bélit al interior de Estigia, en desesperada búsqueda del padre de ésta, del que no se ha sabido nada en veinte años. Una larga aventura con un final desesperanzador, que comienza en el nº 72 de la serie original.

En la portada de éste, dibujada al parecer por Gil Kane -el veterano Kane no llegó a convertirse en dibujante regular de Conan, aunque más de una vez estuviera a punto de ser designado como tal, pero su contribución a las colecciones protagonizadas por el bárbaro cimmerio no ha sido escasa-, Conan y Bélit aparecen rodeados por incontables monstruos de aspecto amenazador, como un presagio de los peligros con los que van a tropezar en las aventuras siguientes.

El nº 73 es aquél en que Bélit es traicionada por algunos de sus propios hombres, los cuales ansian robarle el botín que la pirata ha escondido muy cerca del legendario pozo de Skelos, una fosa llena de horrores de toda especie. En la portada, Conan ataca con la espada a un sapo gigante que, al contrario de lo que sucede en la historia -es ya una costumbre- sostiene con su enorme mano a Bélit. Una gigantesca estatua, que representa a una criatura semihumana, también imaginada por el autor de la portada (que de nuevo parece ser Gil Kane), preside la escena.

En el nº 74 Kane nos obsequia con una magnífica cubierta, que por una vez es bastante fiel al comic: Conan, montado en una gigantesca serpiente marina, trata de herirla, mientras ésta ataca la barcaza en la que Bélit, acompañada por algunos corsarios negros, apenas sí puede defenderse con su ya conocido alfanje. Casi idéntica situación se encuentra en el interior, cuando Conan y Bélit, con la ayuda de sus corsarios, tratan de introducirse en la peligrosísima ciudad de Khemi, hogar
de serpientes y de brujos-sacerdotes.

La cubierta del nº 75 es de Ernie Chan, el eterno colaborador de John Buscema. Conan se aferra a un halcón gigantesco -si bien algo más pequeño que los verdaderos halcones que aparecen en el interior- y amenaza a su jinete, uno de esos jinetes-halcón de Harakht, la ciudad cuyo rey HorNeb ha descubierto una piedra radiactiva que puede hacer crecer más allá de lo normal a cualquier criatura. Con ella, el ambicioso rey quiere crear toda una brigada de aves gigantes con las que
destronar a Ctesphon II, legítimo rey de Estigia, y adueñarse así del Reino de la Serpiente.

En el nº 76, Kane se encarga de nuevo de la cubierta, si bien había de dibujar pocas más. Definitivamente abandonados los caprichos de portadas anteriores, reproduce casi con exactitud una escena del comic: Conan, acosado por una turba de guerreros estigios, derriba una estatua del dios-halcón Harakht -que lleva el mismo nombre que la ciudad de la cual ha sido nombrado protector- sobre sus perseguidores. Una hazaña que no impedirá su captura, pues sus enemigos ya tienen prisionera a Bélit.

Gil Kane se despide definitivamente con la cubierta del nº 77, entintada por el omnipresente Ernie Chan. Conan, en la arena de un circo estigio -imaginario precedente de los circos y anfiteatros romanos- hace frente, con una espada ensangrentada en la mano, a otro personaje cuya talla gigantesca apenas sí alcanzamos a atisbar (gracias al comic, sabemos que se trata del gigante Gol-Thir).

 El rey guerrero Hor-Neb, con un gesto mayestático, anuncia el comienzo de la lucha. Quien haya leído el comic correspondiente conocerá el asombroso desenlace, en el que descubrimos que las cosas no son como parecían ser, y Conan puede rescatar -¡de nuevo!- a su amada pirata, destronando de paso al malévolo Hor-Neb.

Aunque en el n° 79 -y en varios de los que le siguen- el célebre Howard Chaykin sustituya a Buscema con los lápices del interior, la cubierta sigue siendo de éste, entintada por Ernie Chan. Vemos en primer término a un Conan que parece amenazar al lector con una gigantesca hacha de guerra que, una vez más, no aparece para nada en la historia. Cerca de él, la rubia Bardylis, con la que Conan será infiel, quizá por una única vez, a la Reina de la Costa Negra (no olvidemos que, con este número, empieza una serie de episodios en los que Conan y Bélit seguirán caminos distintos). Tras un precipicio, alcanzamos a divisar una misteriosa ciudad de estilo oriental, que poco tiene que ver con la Attalus que aparece en la historia, una austera villa fundada por un grupo de griegos del siglo IV a. C. que viajó accidentalmente por el tiempo. Flota sobre la escena un gigantesco ojo, quizá la forma espiritual del pequeño Ojo de Set, la joya que Conan debe entregar a la ciudad griega en misión para Mer-Ath, el nuevo rey de Harakht, y que el siniestro sacerdote tuerto Hun-Ya-Di tratará de robarle.

La cubierta del nº 80 es también obra de John Buscema y Ernie Chan. Conan lucha mano a mano con Tolomeo, rey de la misteriosa ciudad, rodeado por una muchedumbre de hombres y mujeres de Attalus. Es el momento culminante de la historia, que termina con la victoria de Conan sobre Tolomeo. Se verá así convertido, involuntariamente, al menos por un día, en rey de Harakht. La portada recoge algo de ese clima que sabe crear Chaykin en la historia, el de una ciudad que, en realidad, no pertenece a su época.

Los mismos John Buscema y Ernie Chan dibujan la cubierta del nº 81, con la que volvemos al terreno de las imágenes más o menos alegóricas: Conan parece repartir mandobles en la cúspide de una montaña de guerreros que quieren matarle, mientras, desde el fondo, el gigantesco rostro del que es el principal enemigo del cimmerio en estas historias, Hun-Ya-Di, anima a éstos. Conan salvará a la ciudad de Harakht y a todos sus habitantes, pero no querrá seguir reinando en ella. En la cubierta del nº 82, lejos ya de la ciudad griega, Conan, al que vemos en lo que parece ser una lóbrega marisma, amenaza con su espada a una bella muchacha. Podríamos imaginar -y acertaríamos- que ésta es una bruja. Lo que nadie vería a simple vista, sin embargo, es que la mujer, que se llama Sabia, está hechizando a Conan y adueñándose de su voluntad. Esta sugerente portada es, también, obra de John Buscema y de Ernie Chan, aunque Howard Chaykin aún dibuje la historia. Los mismos Buscema y Chan nos presentan, en la cubierta del nº 83, a un Conan que se debate bajo el agua -en el ponzoñoso río llamado Cabeza de la Víbora-enfrentado a extrañas criaturas, medio hombres medio cocodrilos, producto de la magia maligna del brujo Toroa, el exilado de Kheshatta.

 En el nº 84, en una cubierta que parece dibujada por John Buscema y Tony DeZúñiga, aparece por primera vez el que durante cierto tiempo se haría popular entre los lectores como camarada de Conan: Zula, el último sobreviviente de la tribu de los zamballah, aficionado a la magia y gran guerrero, que pasó buena parte de su juventud en la ciudad de los brujos, Kheshatta, sirviendo a un hechicero. Él y Conan están encaramados a un muro, defendiéndose de una horda de estigios harakhtios, entre los cuales se cuentan varios jinetes-halcón. Conan, por una vez, no maneja la espada, sino una gran cadena, la misma que, podemos suponer, le sujetaba pocos minutos antes en una mazmorra harakhtia (hay que hacer notar, sin embargo, que la cadena de marras no aparece en el comic).

En la portada del nº 85, dibujada por John Buscema y Ernie Chan, Conan y Zula se disponen a iniciar un duelo de espadas. Conan había prometido al último de los zamballah que lo acompañaría a Kheshatta para ayudarlo en su misión de venganza contra su antiguo dueño. Sin embargo, el cimmerio se cree obligado a romper su promesa: la vida de su reina pirata está en juego. Y Zula no piensa consentirlo. Al fondo, el espectro de un gran halcón, que parece representar a la ciudad de Harakht de la que han escapado, tal vez para enfrentarse a peligros aún mayores.

 En el nº 86, Conan conoce un poco mejor la sociedad estigia, y algunos de sus usos religiosos. Y se enfrenta al Devorador de Muertos, un monstruo que engulle los cuerpos, y quizá también las almas, de los aristócratas estigios que ya han pasado a mejor vida. En la portada, dibujada al parecer por John Buscema, vemos a Conan y a Zula enzarzados en lucha con la criatura, en una situación que podría parecer desesperada. Lo que ninguno de los dos sabe todavía es que al final de la aventura Conan y Bélit volverán a encontrarse por fin.

La cubierta del nº 88 es la que, muy retocada, ha publicado Comics Forum como portada del segundo tomo de la saga de Conan y Bélit. Unos gigantescos Conan, Zula y Bélit se yerguen sobre una roca envuelta en llamas, mientras hombres de varias razas -negros, hyrkanios, nórdicos, pero curiosamente ningún estigio- se debaten a sus pies. John Buscema y Ernie Chan no quisieron darnos en esta portada ninguna de las escenas de la historia a la que acompaña. Simplemente retrataron al terceto que protagoniza esta aventura y varias de las siguientes, que en este mismo episodio asalta el palacio del rey Ctesphon y descubre que el padre de Bélit murió hace años, y huye, no sin matar al rey y a su valido y provocar así un cambio de poder en estigia.
J. ]. Mussarra




















Cubiertas pertenecientes a la colección Conan the Barbarian números 72 al 77 (III///-VIII/77), 79 al 86 (X/77-V/78) y el 88 (VII/78).

Perteneciente a la publicación CONAN Y BELIT ESPECIAL PORTADAS publicada por Comic Forum en octubre 1995


domingo, 12 de enero de 2014

CONAN Y BELIT: LA REINA DE LA COSTA NEGRA (I)


Una saga como la de Conan y Bélit fue naciendo en buena medida de la improvisación, la cual, si bien no siempre beneficia a los creadores, los ayuda en muchas ocasiones a ir más allá de sus planes iniciales. En esta edición que el lector tiene en la mano, no podrá apreciar, por ejemplo, un curioso rasgo que afecta a casi todos los episodios: los títulos de cada historia casi nunca coinciden con el que se había anunciado al final de la historia anterior. Sorprende, pero es así. La primera cubierta con la que nos encontramos aquí, la del nº 57, con el que comenzó esta saga, también podría suponerse producto de un despiste, o de una decisión de última hora. Un Conan claramente dibujado por Gil Kane se yergue ante el lector, sobre un fondo más o menos alegórico, con muchacha, calavera y monstruos, todo muy en consonancia con el tono y la forma que Kane estaba dando en aquella época a su adaptación de «Conan el Conquistador» (ver Super Conan n° 9). Ninguna alusión a las peripecias que Conan ha de sufrir en Argos, y que le llevarán a huir por mar a un incierto destino.

La portada del nº 58, en cambio, sí se refería claramente al episodio narrado en ese mismo número. Un Conan inequívocamente dibujado, como la misma historia, por John Buscema, y entintado en este caso por John Romita, aguarda, en primer término, espada en mano, sobre el cadáver de un par de corsarios negros a los que seguramente acaba de quitar la vida, a una Bélit que se le acerca corriendo, con mirada fiera, sable en mano. La figura de la pirata todavía no está muy bien definida; su cabello alborotado de diablesa desaparece en el interior de este mismo número, e incluso exhibe un atuendo algo distinto del que lleva, tanto en este episodio como en todos los otros que le siguen. Es el momento decisivo en que, tras asaltar con sus corsarios el barco en el que Conan viajaba, Bélit podría haber matado al bárbaro cimmerio, poco antes de caer literalmente rendida en sus brazos.

El nº 59 es el que narra el origen de Bélit, vinculado al odio que ésta siente por los estigios. La portada, obra también de John Buscema y John Romita, vuelve a ser semialegórica: Bélit y Conan luchan sobre un fondo en llamas, ella con los hombres-gusano que aparecen en la historia, los que derrotó el día en que se convirtió en jefe de la tribu del Lejano Sur que la había acogido en su infancia, y él con los estigios, omnipresentes en esta saga.

En el nº 60 empieza, con el enfrentamiento entre Conan y Bélit y los jinetes-dragón, la primera de las pequeñas sagas que forman parte de este gran ciclo, aquella en la que Conan se gana su otro nombre, Amra (que en la lengua de las tribus de la Costa Negra significa león). La portada no podía ser más elocuente sobre el comienzo: un jinete-dragón, montado en su cocodrilo -pues ya se sabe que esto son, y nada más que esto, los temidos «dragones de río»-, apunta con su lanza a un Conan furioso. Esta portada la hicieron conjuntamente John Buscema, John Romita y Gil Kane.

La siguiente, también de Buscema, Romita y Kane, es la del nº 61, en la que podemos presenciar una escena que no veremos en el interior: Conan saltando al rescate de una Bélit atrapada por una gigantesca mariposa nocturna. Cualquiera que haya leído la historia sabe que Bélit, en realidad, es rescatada por otra mano, la que se deja ver, misteriosamente, en el ángulo derecho inferior de la portada: la del primer Amra, que será uno de los enemigos más mortales de Conan.

La del nº 62, dibujada por Buscema en solitario, reproduce, también con escasa fidelidad, una escena del principio de la historia: Conan tratando de matar al peligroso facóquero que ha atacado a su partida. Decimos escasa fidelidad porque en el suelo, cerca del facóquero, vemos a la destronada Makeda, la que había sido amante del primer Amra antes de que la raptada Bélit la reemplazara en los afectos de éste, y que no aparece, en realidad, hasta el final del episodio. La cubierta del nº 63 vuelve a ser obra de Buscema, y también mezcla elementos que aparecen en momentos diversos de la historia: Conan y el primer Amra luchan con la daga en primer término, mientras Bélit se debate entre los monstruos cuatrímanos que, en realidad, los dos hombres habrían derrotado poco antes de empezar a luchar entre sí. Al fondo, tras una oportuna reja, rugen los leones.

La siguiente portada, la del nº 65, fue dibujada, al parecer, por Wood, seguramente, le echó una mano a un Buscema que no podría con todos sus encargos. No refleja en absoluto el contenido de la historia correspondiente, e incluso parece que no quiera reflejar con claridad ningún contenido. Conan y Bélit, entre las llamas, parece también que entre unas ruinas, atacan a unos guerreros que están de espaldas, y de quienes vemos poco más que la cabeza y las armas que esgrimen. Una portada de relleno para una historia tan interesante como la que enfrenta a Conan y Bélit con ese extraño brujo preincaico llamado Tezcatlipoca.

El nº 66 es el del retorno a Argos, y en su portada, dibujada por Kane y Hopkins, aparece Conan, enfrentado a la estatua del dios Dagón que parece cobrar vida en el interior -si bien sabemos que se trata de una ilusión creada por un astuto sacerdote mediante la hipnosis-. Al lado de ambos, en un inventado foso -pues tampoco aparece en la historia-, un bosque de cuchillos apunta hacia arriba, como aguardando al desesperado cimmerio, y, entre éstos, reposa un esqueleto.

La del nº 67, que parece también dibujada por Kane, vuelve a mezclar elementos diversos. Diríase que en algún momento se decidió que ésa había de ser la línea de las cubiertas de esta colección. Vemos al hombre-tigre con el que Conan se enfrenta en el interior, en su intento de salvar de las mazmorras del rey de Argos a su antiguo camarada Yusef, inclinado sobre una muchacha que tampoco aparece en la historia. Conan, con la espada en una mano y una antorcha en la otra, parece ir a liberarla. La complicada aventura de este número no continúa en el que le sigue, sino en un crossover -el único de este ciclo de Conan y Bélit- con la que entonces podemos decir que era su colección hermana, Marvel Features Red Sonja.

En la cubierta del nº 7 de ésta, en efecto, vemos a Conan y Red Sonja luchando en un gigantesco osario, un montón de esqueletos humanos que, según leemos en el episodio correspondiente, los devotos de Ibis han ido acumulando a lo largo de los siglos. Pero poco se imaginan que, entre los muertos, les acechan otros peligros. La cubierta es, obviamente, de Frank Thorne, que se ganó una merecida fama, en los años setenta, por dibujar a la aventurera pelirroja, la mejor amiga de Conan que siempre acaba peleando con éste.

El nº 68 marca un hito en la trayectoria de Conan el Cimmerio, y la cubierta de Gil Kane ya nos muestra por qué: el bárbaro se enfrenta a ese otro bárbaro, tan cercano a él en algunos aspectos, y tan lejano en tantos otros, el rey Kull, que, por obra y gracia de la magia de los acólitos de Set, ha viajado hasta nuestra era con todo su palacio, sus consejeros y sus seguidores. Así se encuentran los dos mayores mitos bárbaros que creara Robert E. Howard.

La portada del nº 69, de nuevo por Gil Kane, entintada por Pablo Marcos, guarda escasa relación con la historia, y, sin embargo, reproduce de nuevo los elementos básicos de la misma: la muchacha a la que Conan quiere proteger, y el monstruo de las profundidades. Sin embargo, al contrario de lo que sucede en la historia, Conan y Marga -pues ése es el nombre de la joven- parecen haber naufragado en un arrecife, y el horror marino aparece con su propio rostro - Conan le hace frente con la espada-, no ocultándose en la forma del amado de la joven como sucede en el comic.

Y así llegamos a la cubierta del nº 70, en la que Kane mezcla de nuevo las cosas, y vemos a Conan y Bélit rodeados de sanguinarios piratas barachanos, sin poder defenderse apenas, en el puente de su barco pirata, el Tigresa, y no luchando con ellos en la playa, cabe la ciudad de Kelka, como podemos ver en el comic.

Con el nº 71 termina el primero de los volúmenes en los que hemos dividido la saga. La cubierta, de Gil Kane y Ernie Chan, se mantiene en la línea de las anteriores: mezcla acontecimientos distintos. Así, vemos a Conan encaramado al altar sacrificial en el que acaba de morir la doncella del templo Aluna, rodeado de hombres de aspecto simiesco, casi trogloditas, y de sacerdotes: las
dos clases de hombres que, según se nos cuenta en la historieta, moran en la perdida ciudad de Kelka. En el comic, esa pelea tiene lugar cuando Conan y Bélit ya se han alejado del altar sacrificial.

Joan Josep Mussarra



















Cubiertas originales de Conan the Barbarian números 57 al 63 (XII/75-VI/76) y números del 65 al 71 (VIII/76-II/77) y Marvel Feature nº7 (XI/76)

Perteneciente a la publicación CONAN Y BELIT ESPECIAL PORTADAS publicada por Comic Forum en octubre 1995


Natasha Allegri


 Natasha Allegri trabaja como "storyboard revisionist" (al parecer, según algunos profesionales de la animación, algo más que alguien que revisa los stroryboard, los bocetos de la historia, y que conoce a fondo el movimiento y la animación) para la serie de Cartoon Network , Adventure Time. Natasha es la creadora de los cambios en la presentación inicial de la serie, (cambiando el genero de todos los personajes de la presentación original, en ingles gender-swap, tienen palabros para todo) pasando de Finn y Jake a Fionna y Cake.

Natasha ha creado su propia animación, Bee and PuppyCat, producida por Fred Seibert´s Cartoon Hangover. A través de la asociación con Frederator, ella pudo financiar, gracias al micromecenazgo (o crowfunding, por si les suena más) nueve episodios de su serie, su debut en el 2014.

Podeis encontrar su trabajo en su página de tumblr

Via Cartoon Brew, especializados en animación.