lunes, 31 de marzo de 2014

COMERDIBUJARDORMIR


 Pasan los años, y siguen pasando, pero no por ello nos abandona la fiebre y la necesidad, como si de una enfermedad se tratase, necesito dibujar, o algo que se le parece. Una vez eliminado el acceso febril, y cuando debería de pensar en proyectos e ideas largo tiempo olvidadas, mis manos, mi cabeza vuelven al reposo y la pereza. Que le vamos a hacer. Tengo un buen puñado de excusas, alguna casi me la creo hasta yo mismo. Seguiremos informando, igual termino haciendo algo.












Attack of the Clone-Bot


LIMPIA, FIJA Y ELIMINA CON FRUICIÓN

Sillón de Orejas por Manuel Rodríguez Rivero


Gráficas
SE LO ADVIERTO sine ira et studio: el boom de las novelas gráficas lleva camino de dejar en anécdota el de la gastronomía y sus chefs más o menos cantamañanas. Como ocurre siempre que algo se convierte en tendencia, entre col y col, lechuga, o, dicho de otro modo: en la novela gráfica de Tristram Shandy, caballero (Impedimenta) le habría encantado, tal como aseguran los paratextos, al mismísimo Laurence Sterne, pero sí creo que, en todo caso, su peculiarísimo remake constituye una auténtica obra maestra de ese género en alza. Rowson se permite todo tipo de licencias con el texto, introduce personajes contemporáneos, hace sin parar guiños al lector, reinterpreta la famosa página en negro, disecciona el escroto del padre de Tristram y retrata con ironía y atrevimiento el área vaginal externa y el útero de su madre, todo ello en un dibujo en glorioso blanco y negro (mucho negro: la mayor parte de la vida conocida de Tristram transcurre en interiores orgánicos)




Ilustración de Max


repleto de homenajes a, entre otros, Piranesi, Hogarth, Blake, Beardsley y Durero. Muy distinto, aunque igualmente notable, es Kanikosen (Gallo Nero), la adaptación gráfica que ha realizado Go Fujio de la célebre novela proletaria de Takiji Kobayashi (1903-1933). El libro, publicado en 1929 (y traducido con el título de Kanikosen, el pesquero por la editorial Ático de los Libros), cuenta la lucha y la rebelión final de los pescadores de un barco cangrejero contra su despótico patrón, protegido por la Armada Japonesa. Kobayashi, militante comunista en los años treinta, murió después de ser salvajemente torturado por la Tokkó, equivalente nipón de la Gestapo! Por último, el dibujante californiano Beto (Gilbert) Hernández, autor de la saga Palomar, regresa a Ediciones La Cúpula con su último libro Tiempo de canicas, que cuenta una historia (parcialmente) autobiográfica rebosante de empatia hacia el mundo de la primera adolescencia. Tres novelas gráficas, cada una en su estilo, que merecen atención especial.


Fragmento del artículo publicado en El Pais Babelia 22.03.14

Chris Ware, Fabricando historias


 CASA VIDA
Chris Ware sabe que la felicidad está sobrevalorada, porque vive en nuestros recuerdos, y cuando la recordamos siempre hacemos trampas.
Texto: Begoña Gómez Urzaiz


Tras redefinir lo que se entiende por tebeo con su anterior obra, Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo, Ware presenta esta obra que es como un George Pérec hecho cómic y que se presenta en un formato que poco tiene que envidiar a las lujosas cajas recopilatorias del sello Rhino.







 En una ocasión le pidieron a Chris Ware que ofreciera consejo a los adolescentes. Lo que les dijo no sorprenderá a quienes hayan leído sus cómics: "La felicidad está sobrevalorada". Será gracias a esa filosofía vital que consigue que sus personajes transmitan toda la amargura de la experiencia humana teniendo solo una cara vacía con dos puntos negros por ojos. Personajes sin nombre propio como los que pueblan su último y ambicioso proyecto, Fabricando historias (Penguin Random House Mondadori). Está la mujer de la pierna ortopédica, que lamenta no haber concretado sus vagas aspiraciones artísticas. La pareja que ya no puede fingir que se quiere. La casera anciana y derrotada. Todos ellos viven en el barrio de Oak Park de Chicago, en un edificio que es un personaje más y se expresa en cursiva. El ser vivo más feliz de la escalera podría ser Branford, la abeja que ocupa el avispero del tejado. Pero incluso ella acaba por definirse como "una criatura impura obsesionada por fertilizar a la Reina". Acaba aplastada. Lo irónico es que tanta melancolía se presenta en forma de juego, en una caja que incluye un tablero, una especie de recortable, algo similar a un fanzine y varios artefactos más que pueden leerse, o jugarse, en cualquier dirección.

Ware, autor de memorables portadas del New Yorker, tardó una década en completar esto. Quería probar "la tridimensionalidad de los recuerdos", cómo contamos las historias según nos conviene y cómo los espacios dan forma a nuestra memoria. Dice esto y a continuación, como si fuera una abeja a punto de ser aplastada, se corrige: "Sé que suena increíblemente pretencioso". Mentira. La palabra es "importante".

Chris Ware




Revista ICON nº4 Marzo 2014