domingo, 28 de julio de 2013

Lorenzo Mattotti

 Alquimista del color, orfebre del blanco y negro

 El italiano Lorenzo Mattotti es uno de los autores más personales del panorama actual. Su portentoso y particular uso del color no deja indiferente a nadie. Su hipnótico blanco y negro tampoco. Aprovechando la reciente recuperación de Caboto y sus libros de ilustraciones, repasaremos la carrera de un apasionado artista obsesionado por narrar transmitiendo emociones. Por Iñaki Gutiérrez


PRIMERAS PINCELADAS
Nace en Udine, al norte de Italia, un 24 enero 1954. Su infancia casi nómada debido al trabajo de su padre hace que no eche raíces en ningún sitio físico, siendo su refugio y referencia emocional el mundo que crea dibujando, actividad a la que se dedica compulsivamente. Consumidor voraz de tebeos, lee a Tex, las revistas de la época, donde conocerá a los clásicos yanquis y la escuela franco-belga, siendo éstas sus primeras influencias. Ya desde entonces anida la ilusión de ser publicado alguna vez. Durante sus años escolares conoce a un tal Fabrizio Ontani, con el que
comparte aficiones. Nuestro, por entonces, depresivo adolescente acaba de encontrar a quien considerará como su hermano en el futuro. Ontani, inicial conato de dibujante, abandonará los pinceles para centrarse en la máquina de escribir, llegando a ser el guionista al que conoceremos como Jerry Kramsky. Comienzan a hacer historietas juntos a los 14 años, revelándose como un complemento perfecto, como lo demostrarán las casi cuatro décadas de colaboración posterior.
Mattotti inicia la carrera de arquitectura en la melancólica Venecia, que no acabó por el encorsetamiento al que sus inquietudes artísticas se veían sometidas. Lejos de renegar de sus años en la universidad, el artista aprende a abordar metódicamente el dibujo así como la construcción de los personajes y la relación entre estos y el espacio que ocupan, algo que le será muy útil a la hora de transgredir esas normas con coherencia (una de las palabras que más se nombre en todos los textos que hablan del dibujante italiano). Durante sus estudios intenta publicar sus primeras historietas, sin éxito, subsistiendo gracias a esporádicos trabajos de ilustración.


El primer encargo recibido fue en 1976 de la mano de Marcello Ravoni, propietario de una agencia milanesa. Se trata de la realización de un capítulo de la obra colectiva Casanova, en forma de biografía en viñetas del célebre personaje. Entre los autores que ilustran los diferentes capítulos encontramos gigantes de la talla de Battaglia, Oski o Crepax. Mattotti realiza el 2° capítulo, "El estudiante", centrado en la adolescencia del protagonista, interviniendo también en el guión, junto a Marcelo Ravoni. Con un gran trabajo de documentación y de estudio, sus páginas fueron rechazadas al no ser del agrado del editor. Sus influencias actuales son los hace poco descubiertos Crumb, Moebius, Druillet y sobre todo Muñoz. Dibuja en blanco y negro, con texturas espesas y pinceladas ágiles y elásticas. Aunque sus páginas sí aparecieron finalmente impresas, bien que años después y sólo en la edición en álbum, el mazazo fue tremendo.
Finalmente, y a punto de arrojar la toalla, aparece su primera historia publicada, "II treno", en el fanzine francés "Bibli Pop". Entre los autores con los que comparte cabecera se encuentra Tardi, quien le anima a seguir trabajando.

Desencantado tras lo de Casanova, en 1977 se muda de Venecia a Milán, en busca de éxito. Viviendo en condiciones casi miserables, consigue publicar junto a su amigo Kramsky su primer álbum: "Alice Brum Brum Brum nella riserva metropolitana", donde mezclan marginación, autobiografía, pobreza y onirismo. Aparecen ya otras de las constantes en sus trabajos, como los mundos del subconsciente y la odisea interior de los personajes. Uno de los personajes, Lucio, no es otro que un alter ego de Mattotti, al que volveremos a encontrarnos más tarde.


 Para el mismo editor, con la ayuda al guión otro amigo, Antonio Tettamanti, adapta el clásico de Mark Twain "Huckleberry Finn". Estamos en 1978 y este tebeo constituye un trabajo de aprendizaje de la profesión, de la manera más clásica y ortodoxa posible. No obstante, aún no vive de la historieta, sino de diversas encargos de ilustraciones para diferentes editores. Al año siguiente ve la luz "Tram Tram Rock", prepublicada en la revista Secondamano, con el título de "Tram Tram Rock-Tram Tram Waltz", con guión de Tettamendi. Nos encontramos otra vez con Lucio, en una obra que, estando inmersa en el costumbrismo de la marginalidad y pobreza italianas de la época, contiene puntuales "patinazos" hacia elementos fantásticos. Gráficamente vemos una evolución hacia un estilo muy deudor de Crumb, aunque mucho más cinético y con la permanente influencia de un cada vez más presente Muñoz. Es su primera obra vista en España, en la revista Bésame Mucho allá por 1981 (aunque Casanova es anterior, Lumen no la publicó hasta 1984)

A finales de los 70, sufre una época de crisis personal que le obliga a retirarse al acogedor y tranquilo ambiente rural de sus abuelos, en Padua. Allí, se reencuentra, coge fuerzas y empezará a llevar una especie de diario ilustrado, llenando cuaderno tras cuaderno de bocetos, dibujos, casi siempre en blanco y negro, en una suerte de "escritura automática", que le permite explorar y buscar nuevos territorios del sub-consciente. También le servirá de germen para nuevas historias, de material del que echar mano en épocas de sequía de inspiración, uno de sus mayores temores como creador. Es en este contexto donde encontramos sus primeros acercamientos al color con Ágata Blues, juego de palabras con la muy apropiada expresión inglesa "I've got the blues", usando pasteles, ceras o lápices de colores. Nuevas técnicas para un artista inquieto.
Durante la realización del servicio militar en Udine acaba Incidenti, con guión de Tettamanti, publicándose en Alter Alter en 1981. Aparece Lucio otra vez. Historia pseudopolicíaca en la que se alternan el ambiente rural y urbano, con 4 dispares personajes. El inicial realismo del relato acaba en una improbable fantasía. Nos encontramos con un nuevo salto gráfico. Más Muñoz que nunca, apenas aparecen tramados, la figura empieza a deformarse dramáticamente, y la planificación es más cinematográfica que nunca, con unos dibujos que parecen fotogramas, en las que el dibujante sería el director, con un férreo control de ritmo y el trazo. A pesar de figurar Tettamanti acreditado como guionista, Mattotti la considera su primera historia larga con guión propio, casi un rito de iniciación para posteriores trabajos.


 TRAZOS VANGUARDISTAS

En 1983 aparece un suplemento encartado en Alter, llamado Valvoline, En el que Mattotti participa junto a gente como Igort, Carpinteri, Tettamanti o Kransky. Esta "revista" dentro de otra revista deriva de un intento de fanzine vanguardista, llamado Il Pingüino studio, creado por los mencionados artistas. Valvoline acogerá un tipo de historieta "militante", incómoda para los lectores más tradicionales, en la que se vertió mucha energía, intensidad y tal vez pretenciosidad. Duró 7 números, pesando tanto el recelo del público como que sus autores, un poco como ocurrió con nuestra Rambla, eran creadores, no administradores.
De esta época destacan 2 obras de diferente temática, resolución e intenciones. La primera es "Il signor espartaco", con la que afianzará su técnica pictórica. Inspirado en un pequeño cuento de Henri Michaux, "Monsieur Plume", aparece por primera vez en 1982 en Alter. Es un giro de timón definitivo hacia el uso del color y un paso más en el camino que posteriormente le encumbraría. La segunda obra es su reencuentro con Kramsky. Jugando con la línea clara, la estructura clásica y los arquetipos de Jacobs crean "Dr Nefasto". La historia de un científico loco que pretende una fórmula para dominar el mundo, al que se le opone el consabido héroe con extraños poderes. El bien vence. La fantasía gana. Publicado en Valvoline, se abandona la policromía a favor del blanco y negro, el gris o el beige. Aún se hace esperar la explosión del color.

ESTALLIDO DE COLOR

Revista Alter, 1984. Comienza a publicarse Fuegos, la obra que encumbrará y hará popular a Mattotti como uno de los dibujantes más prestigiosos y vanguardistas de la historieta. En ella el autor, a cargo de dibujo y guión da rienda suelta a sus cualidades pictóricas, creando un álbum, que si bien tiene una estructura muy esquemática y una historia muy sencilla, busca la transmisión de estados de ánimos, de sensaciones, hasta de olores. Por medio de viñetas que son cuadros en sí mismos, pero que juntos forman secuencias y perfecto lenguaje de historietas, narra la historia del teniente Absenta, que llega a la isla Santa Ágata a bordo de un acorazado, quedando hechizado por su magia y extraños habitante. Es una fábula del hombre moderno enfrentado a sus instintos ancestrales, a la búsqueda de su yo más primitivo y primordial. Concebida como una improvisación controlada (si eso es posible), en el límite de lo abstracto, encuentra sus referencias más claras en Tarkowsky, en la atmósfera de Apocalipse Now, en las


 películas Fitzcarraldo o Aguirre la cólera de Dios de Herzog (cuyo protagonista, Klaus Kinsky, parece sacado de una página de Mattotti), o en la música de Peter Gabriel o Brian Eno. Esta obra representó el punto final de un camino de 10 años, y el punto de partida para nuevos retos. Publicada por La Cúpula en 1986, gran premio del Saló, clama una reedición.
Tras diversas historietas en color de las que algunas pudimos disfrutar en El Víbora, llegaría "La Zona Fatua", conocida entre nosotros como "Susurro", esta vez en Cimoc (sin llegar a publicarse en álbum). Con guión de Kramsky, narra la historia de un "hombre perdido en la pesadilla de su propio pasado" (Acrílicos, 1999). Estirando y forzando la estructura narrativa al máximo, ofrecen un relato de múltiples lecturas, a cual más estimulante. Paisajes oníricos, mundos irreales para escapar de los reales, personajes soñados o temidos... un festín para la imaginación que no deja indiferente.

En 1992 aparece, dentro de la colección Relatos del Nuevo Mundo, el tebeo El cosmógrafo Sebastián Caboto, con guión de Jorge Zentner. Obra en la que estará más cercano que nunca al tebeo "histórico", resulta un tanto deslabazada, y sus dibujos parecen más que nunca, una serie de cuadros inconexos. Visualmente muy impactantes y sugerentes, pero donde se nota la poca implicación de los autores (todo lo contrario de su siguiente obra conjunta).

PLUMILLA FRÁGIL Y COMPULSIVA

A partir de sus cuadernos de dibujo, surge la necesidad de explorar la línea fina o "frágil", como la definiría el propio Mattotti, como vehículo de su evolución. Plumilla y tinta china son las herramientas para su siguiente paso, surgido como adaptación, tanto al tipo de historia a desarrollar, como tal vez a las necesidades editoriales. .
Surge "L 'uomo alia finestra" (1992) con guión de su exmujer Lilia Ambrosi.
El hombre en la ventana narra una historia íntima de un escultor en una crisis artística y vital, de su relación con dos mujeres y con el fantasma de su abuelo. Historia que pide paciencia de los lectores, de ritmo pausado (tardó 2 años en realizarla), emplea un dibujo de línea fina y sutil, totalmente despojada de sombras o tramados indicando volumen, sólo las líneas que lo contienen, delicadamente.


Dentro de esta corriente, hemos podido disfrutar de los relatos "La Llamada", "El secreto del Pensador" y "El Santo Cocodrilo" (donde añadía el carboncillo a su panoplia de técnicas) en las páginas de la revista Nosotros Somos Los Muertos.
La obra cumbre de este nuevo camino de exploración y adaptación, y tal vez la que sea su mejor obra hasta la fecha, será la tremenda Estigmas (Inrevés, 2001), con guión del escritor y guionista de cine Claudio Piersanti. Narra el proceso de expiación, redención y asunción de un don nadie, un hombre de corpachón torpe, bruto y asilvestrado, que un día se despierta con unas llagas sangrantes en las palmas de las manos. Trata de pecados y culpas. De huir y aceptar responsabilidades. Usa símbolos religiosos desde un punto de vista profano. Habla, como siempre, de viajes, de periplos, de crecer y evolucionar. No puede ser ajena la situación del dibujante, con un familiar muy cercano penosamente enfermo. Gráficamente apabullante, con un blanco y negro envolvente y sugerente. Figurativo cuando hace falta, abstracto cuando lo requiere el relato, expresionista siempre, es una obra de un titán de la historieta, que lamentablemente no fue demasiado bien acogida por el público.


ULTIMAS PINCELADAS

De un encargo frustrado de un periódico de adaptar un clásico al cómic, surge la adaptación del clásico de Robert Louis Stevenson Dr Jekyll y Mister Hyde (Glenat, 2002) adaptado por el habitual Kramsky. Intentando reproducir el ambiente de la Alemania de los años 20, con pinceladas expresionistas y de artistas gráficos como Groz, surge un inquietante ambiente ideal para las correrías de un bestial Mr Hyde más desatado que nunca. Obra que se lee con agrado, nace directamente como un clásico de madurez de la historieta de terror.
Finalmente, el año pasado apareció la segunda obra del italiano guionizada por el argentino Zentner, El Rumor de la escarcha. Bajo este precioso título late una obra que surge de una estrecha colaboración, en la que los dibujos dicen lo que el texto no dibuja. Narra la historia de una pareja, de una huida, de un viaje, de aceptación de responsabilidades, de amor, del subconsciente, en definitiva, de todas esas constantes, obsesiones y temas recurrentes tan queridos a Mattotti. Una delicia de lectura.

OTRAS PALETAS, OTROS LIENZOS

Paralelamente a su producción historietistica, Mattotti desarrolla una carrera como pintor e ilustrador, actividad que cada vez le deja menos tiempo para las viñetas. Artistas de la llamada Transavanguardia italiana, como: Chia, Clemente, Cucchi tratan temas cercanos a Mattotti: sueños, mitología, memorias infantiles, leyendas, folklore... e influyen en su cada vez más importante dedicación pictórica, sobre todo desde la segunda mitad de la década de los 80.
En la pintura encuentra la oportunidad de explorar nuevos caminos, experiencias, evolucionar como artista. No siente los límites del tamaño de la página, no hay fechas de entrega, ni corsés narrativos, puede buscar texturas físicas. Contraponiendo la pintura frente a la historieta, en la primera es la euforia espontánea frente al esfuerzo contenido, la libertad frente a la disciplina, el acrílico diluido y la acuarela frente al pastel o la cera. Para él, no obstante, son artes o soportes complementarios, en los que lo importante


es contar una historia. Es la cualidad narrativa de sus cuadros lo que le hace ser singular en el mundo de la pintura. Los temas de sus pinturas son los mismos que los de sus historietas. Siempre están la soledad, el viaje como búsqueda de uno mismo, la relación con las mujeres.
En 1984 comienzan a aparecer ilustraciones con su firma en la revista italiana de moda Vanity. Había llamado la atención del director artístico de la revista en Valvoline, siempre a la caza de futuros talentos. Es el comienzo de su carrera como prestigioso y bien remunerado ilustrador. Con su sello personal, especial atención a la armonía, al trazo elegante, a la creación de ambientes ligeros, glamurosos e irónicos, no tardaría en ser reclamado desde multitud de soportes, diversificando su producción. Cosmopolitan también sucumbiría a sus encantos, así como el mundo de la publicidad, con trabajos para Me Donald's, Renault o Telekom. La ilustración para libros es otro capítulo en el que destaca, como el proyecto de ilustrar El infierno de la Divina Comedia, de Dante, encargándose Moebius de El Paraíso y Milton Glaser de El Purgatorio, en 1999.

La ilustración infantil tampoco se le ha resistido, con cuentos como el clásico Pinocho (1991) o Eugenio, ilustrando un cuento de Marianne Cockenpot por el que obtuvo en 1993 un prestigioso premio de ilustración infantil. Colabora en prensa en diversos periódicos italianos, alemanes y franceses, así como en la revista The New Yorker. Para el cine, aparte de guiones gráficos, se ha encargado de la dirección artística, diseño de personajes y decorados de una película de animación sobre Pinocho. Hay un piloto de 6 minutos, aunque el proyecto se paralizó por la competencia de la película de Benigni.
No podemos olvidar las meritorias ediciones de Sinsentido del precioso y sobrecogedor cuaderno de viaje Angkor y la delicada La Estancia, reproducción de un cuaderno de dibujos a lápiz.
Actualmente vive en vive París con su pareja y sus 2 niños. Sólo nos resta esperar expectantes las nuevas obras que este artista será capaz de regalarnos. Como siempre, la espera se hace larga y ansiosa.

Revista Trama nº38 Julio 2004

No hay comentarios: