viernes, 31 de diciembre de 2010
Duelo de pesos pesados
Al otro lado de la línea telefónica, entre chasquidos oceánicos, se oye una voz casi infantil, tímida. Acaba de amanecer en Portland y Craig Thompson lleva sólo dos días en casa traes varias semanas de gira por todo el mundo. El culpable: Blankets, el descubrimiento del primer amor por parte de un chaval de un pueblo de Wisconsin. Una obra autobiográfica —"un 85% de lo que cuento me pasó de verdad"— que ha catapultado a Thompson, a sus 29 años, a la categoría de estrella mediática. Y qué obra: 582 páginas. Escritas y dibujadas, en un blanco y negro apoteósico y con un magistral ritmo pausado, por él solito. Es un hiperactivo: durante el viaje de promoción, ha aprovechado para realizar "otro diario". ¿Volvemos a la autobiografía? "Bueno, es sólo una cosa pequeña". A saber qué entiende por pequeña: los médicos le han mandado reposo absoluto en las manos.
Probablemente el éxito de Blankets se deba a su sinceridad naf. Thompson describe crudamente su adolescencia de bicho raro e incomprendido en medio de una comunidad rural y una familia muy religiosa. Hasta que en un campamento de verano conoce a Raina, otra bicho raro perdida en la grisura circundante. Juntos, descubren la magia, la vergüenza, la ingenuidad y el dolor del primer amor. "Nunca he vuelto a hablar con Rainaa. De golpe, hace unos días, me contaron que lo había leído, aunque aún no sé su opinión". ¿Y su familia? Su hermano Phil, tres años menor que Craig, sale mejor parado que sus padres, devotos religiosos que no entienden a sus hijos. Thompson ríe: "Mi madre cree que nunca leerá Blankets, pero dice que está muy orgullosa de mí. Mi hermano es diseñador gráfico".
Si quisiera hacer Blankets 2, Craig tendría material de sobra. De Wisconsin, con veintipocos años, se mudó a Portland. "Me robaron. Tuve miles de curros. Limpié casas. Trabajé en unos grandes almacenes... Todo antes de empezar como ilustrador y publicar, hace un lustro, Adiós, Chuck Rice [su primer libro]". Thompson desgrana, con humor, anécdotas sobre unos inicios que suenan durísimos. Se mudó a Portland "porque es una ciudad triste y siempre llueve", y para buscar un trabajo de ilustrador: allí residen los grandes dibujantes estadounidenses. Como Joe Sacco, padre del comicperiodismo con Gorazde o Palestina. "Resulta que es mi vecino. ¿Qué te parece?".
Otra de sus influencias es Chris Ware, de 36 años, creador que ha basado su éxito en una historia en parte autobiográfica: Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo, el drama de un treintañero apocado y enmadrado que desentraña el pasado de la familia de su padre. Una locura visual y puntillosa de 380 páginas que Ware publicó por entregas en una revista durante cinco años. Los premios Harvey —los oscars del cómic— se rindieron a sus pies en 2000 (en España se publica con retraso). Justo lo que le ha ocurrido a Thompson el pasado 26 de junio: ha obtenido tres Harvey. "Chris es grande", dice Thompson. Pues él no se queda a la zaga. n GREGORIO BELINCHÓN
Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo. Chris Ware. Planeta DeAgostini. 380 páginas. 30 euros. Blankets. Craig Thompson. Astiberri. 592 páginas. 35 euros.
Blankets yJimmy Corrigan te gustarán si odias... "Spider-Man y los superiores". Palabra de Thompson. Puntilloso: Thompson dice que Blankets no es una novela gráfica sino una novela ilustrada. "Es muy distinto". Sus autores favoritos: Gabriel García Márquez y Vladímir Nabokov.
jueves, 30 de diciembre de 2010
Sin viñetas ni papel
A IBÁÑEZ le bastó con tener papel, lápicA IBÁÑE
A IBÁÑEZ le bastó con tener papel, lápices, una plumilla y poco más para contar la primera historieta de Mortadelo y Filemón. Dibujar tebeos puede ser muy barato, pero conseguir que lleguen a los lectores, por el contrario, siempre ha sido caro. Se necesitan imprentas, editores, distribuidores y tiendas minoristas. Todos se llevan un porcentaje que dispara el precio del producto.
Distribuir los cómics a través de Internet —una revolución todavía en pañales— permite sortear todos esos pasos y abarata la obra de forma rotunda. El autor, además, recupera el control sobre su trabajo y se pone en contacto directo con su público.
No sólo eso: la distribución cibernética puede suponer el fin de la ya larga dictadura de los superhéroes. Un dibujante que quiera hacer un cómic sobre, por ejemplo, la vida de Bob Marley, puede seducir a gente que no suele leer tebeos enlazando la historieta con webs especializadas en estos asuntos.
Esto es precisamente lo que ha hecho Scott McCloud, un autor estadounidense que saltó a la fama hace una década al publicar el primer libro de teoría sobre el cómic en forma de tebeo. McCloud, un maniático del ajedrez con gusto por la poesía, ha colgado en su propia página web varias historietas que de otra forma difícilmente se habrían publicado. Son cómics algo extraños: como se prescinde del papel, el autor tampoco se ve constreñido por el espacio siempre limitado de una página. Sus cómics avanzan ahora en diagonal o en vertical caprichosamente. No es que haya una razón clara para hacerlo —un criterio estético definido—, pero es una licencia que se le permite a los pioneros. Sobre todo si no cobran por dejar leer sus experimentos.
Hay otras posibilidades que McCloud no ha explorado todavía, pero que menciona en una obra recién publicada en España por la editorial Norma: La revolución de los cómics. Una historia circular, como la de un oficinista gris que todos los días hace lo mismo, puede contarse mediante un anillo de viñetas en el que el último dibujo es también el primero. También pueden dibujarse tebeos con finales diversos en los que el lector decide qué camino seguir. Por ejemplo, eligiendo entre dos hipervínculos si la protagonista debe aceptar el soborno o no.
McCloud se plantea piruetas aún más_ extravagantes: tras abandonar el papel y el tamaño siempre fijo que imponen las páginas, tampoco hay razones para continuar utilizando viñetas. La pregunta, claro está, es si seguiremos llamando tebeos a eso.
El fenómeno se ha extendido con rápidez en EE UU. Autores como Demian5, Tristan Farnon o David Gaddis se han hecho un nombre publicando unos cuantos cómics insolentes concebidos para leerse en la pantalla.
Más reciente es Nowhere girl, de Justine Shaw, una historia en la que la protagonista ¡se besa con otra chica! (algo que complica encontrar a una editorial dispuesta a publicar el tebeo en EE UU).
En España también han empezado las pruebas. Carlos Giménez, uno de los autores mejor valorados por la crítica y el público, ha puesto a la venta en su página web un cómic de aventuras de 70 páginas (o de 140 pantallas, según se mire) que en un principio estaba destinado a publicarse en papel. "La única forma de saber si el lector de tebeos es capaz de abandonar el papel, si le interesa leer un tebeo en la pantalla, guardarlo en un disco, si lo va a imprimir en papel, si está dispuesto a pagar por ello y cuánto, si va a haber mucha o poca piratería, si va a llegar a enterarse de que esto existe, y muchos, muchos etcéteras... era coger el toro por los cuernos y colgar en Internet la primera historieta. En eso estamos". El tebeo se vende por un precio más que razonable, tan sólo tres euros.
En el sitio web www.dreamers.com, que acumula unos 4 millones de visitas al mes, más de setenta jóvenes creadores españoles están colgando sus obras. El administrador del sitio, Nacho Carmona, reconoce que todavía los autores no han abandonado el esquema del papel. "La técnica digital es un asunto pendiente", comenta.
El inconveniente final de los cómics digitales es el largo tiempo de conexión telefónica necesario en algunos casos para descargar toda esa información. Gutenberg revolucionó el mundo de la historieta sin saberlo hace casi seis siglos. Ahora el futuro depende del ancho de banda.
Una fecha: hace 3.000 años que se hizo el primer tebeo-mural en Egipto. Cuenta la siembra y recolección del cereal que luego se entregaba a los funcionarios del faraón. iBasta ya de pensar que esto también lo inventaron en Estados Unidos!
Un dato (aproximado): cuatro de cada cinco lectores de cómics son varones menores de 30 años. Las pocas chicas que leen tebeos se aferran al manga mientras esperan que algún día termine la dictadura de los superhéroes repletos de testosterona.
A DÓNDE IR
El estadounidense Scott McCloud es el gran promotor de esta revolución. Su sitio
scottmccloud.com ofrece además enlaces muy buenos. Carlos Giménez ha sido el primer autor español en colgar un cómic en Internet (www. carlosgimenez com). A la mayoría de los jóvenes autores españoles se les puede encontrar en dreamers.com. Y para quienes quieran aprender están las páginas dreamcomics. com/escuela y también www. dibujando. com, que se especializa en manga.
En cuanto a los autores extranjeros, Una fecha: hace 3.000 años que se hizo el primer tebeo-mural en Egipto. Cuenta la siembra y recolección del cereal que luego se entregaba a los funcionarios del faraón. iBasta ya de pensar que esto también lo inventaron en Estados Unidos!
Un dato (aproximado): cuatro de cada cinco lectores de cómics son varones menores de 30 años. Las pocas chicas que leen tebeos se aferran al manga mientras esperan que algún día termine la dictadura de los superhéroes repletos de testosterona.
destacan Tristan Farnon
(www.leisuretown. com) y otros sitios como www. demian5.com, davidgaddis. com o el cómic Nowhere girl, de Justine Shaw, en nowheregirlcom. Los aficionados a los superhéroes pueden visitar www.marvel.com
MÁS GÉNEROS
Joe Sacco, un corresponsal de guerra con dotes para el dibujo que ha cubierto los conflictos de Bosnia y Palestina, ha desarrollado un nuevo tipo de cómic: el tebeoperiodismo. Sus viñetas han trascendido el ámbito de los lectores habituales de historietas y ahora aparecen habitualmente en la revista Time. Sacco ya ha publicado dos libros: Gorazde. Zona protegida (Planeta DeAgostini) y Palestina, que en España se editará durante el mes de abril. El estadounidense Scott McCloud se ha hecho famoso gracias a dos tebeos sobre teoría de la historieta: Cómo se hace un cómic, publicado en España por Ediciones B, pero ya descatalogado, y La revolución de los cómics (Norma).Las historias de ficción siguen siendo mayoría, pero los autores acuden cada vez más a la realidad para encontrar buenos temas. Los franceses Dupuy y Berberían tienen traducido Diario de un álbum (Planeta DeAgostini), un cómic intimista y conmovedor que se fue dibujando mientras creaban la última entrega de su serie Monsieur Jean. n A. P.
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Mary Cassatt (1844-1926)
Mary Stevenson Cassatt (Allegheny City, Pennsylvania, 22 de mayo de 1844 – Château de Beaufresne, cerca de París, 14 de junio de 1926) fue una pintora estadounidense.
Nació en Allegheny City, ciudad que actualmente forma parte de la de Pittsburgh. Perteneció a una familia acomodada en la que la educación era muy valorada y en un ambiente que concedía gran importancia a la cultura de viajar. Los negocios de su padre le permitieron ya durante su infancia pasar cinco años en Europa y visitar las principales capitales, como Londres, París o Berlín; durante esta estancia aprendió idiomas y recibió sus primeras clases de música y dibujo.
La ficha es de Wikipedia, el resto aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Mary_Cassatt
-
Con motivo del 50 aniversario del Hombre de Acero, la cadena norteamericana CBS presentó en las pantallas de todo el mundo una s...
-
A modo de recapitulación, vamos a revisar los aspectos más importantes de lo que hemos aprendido hasta ahora, concentrándonos en el estudi...
-
INTRODUCCIÓN El Taller de manga de Akira Toriyama y Akira Sakuma es un trabajo original. En sentido estricto, no se trata de una hist...